El plan contra Venezuela, del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de su secretario de Estado, Marco Rubio, y del secretario de Guerra, Pete Hegseth, es tan cínico como peligroso.
Va dirigido, incluso, a una buena parte de los países latinoamericanos y caribeños, esos que están hermanados por la amistad, la solidaridad y el respeto soberano. Así lo dejó claro en su más reciente intercambio con los medios, en el cual reiteró sus planes de atacar por tierra no solo a la patria bolivariana, sino también a otros países de la región. «Cualquier lugar de donde estén llegando las drogas», afirmó.
El referido plan de la cúpula de la Casa Blanca puede simplificarse así: Derribar al Gobierno venezolano sería un primer paso. Seguidamente, apoderarse de las riquezas naturales del país, principalmente, de su petróleo; y, paralelamente, ir desmantelando la afiliación y el ejemplo de la nación bolivariana, como miembro fundador del alba y la Celac, entre otros organismos y mecanismos regionales.
Acabar con la Operación Milagro, que ha devuelto la visión a cientos de miles de ciudadanos de ese país. Romper con algo tan sagrado como el derecho de cada persona a aprender a leer y escribir, como parte de las misiones educativas. Dar al traste con el resto de la Misiones Sociales, las que han entregado miles de viviendas a los más necesitados, y que son parte hoy del patrimonio del pueblo venezolano.
El plan Trump-Rubio-Hegseth lleva implícita la instalación en el poder de algunos de los personajes creados desde Estados Unidos, que se han robado millones de dólares y han permitido que grandes empresas del país hayan sido apropiadas por el Gobierno estadounidense.
Sería llevar a los venezolanos a un tutelaje colonial, lo que implicaría, de seguro, la ruptura con la colaboración médica cubana, la que ha salvado cientos de miles de vidas entre los sectores y los lugares más pobres e intrincados, a través de la Misión Barrio Adentro.
Volvería la Venezuela del hambre, el desempleo, el analfabetismo; y, más que todo, la pérdida de la soberanía y la independencia, así como del honor que representa, para los venezolanos, latinoamericanos y caribeños, el ejemplo de la Revolución Bolivariana y la colaboración que ha brindado a las hermanas naciones de la región.
El macabro plan de Trump, Marco Rubio y Hegseth echaría por tierra la base y el fundamento del programa de transformación, iniciado por Hugo Chávez y conducido actualmente por Nicolás Maduro y la unión cívico-militar.
Nunca más presente que ahora, la máxima martiana de «Plan contra Plan». Como aseveró el Maestro en 1892: «A un Plan obedece nuestro enemigo, de enconarnos, dispersarnos, dividirnos, ahogarnos. Por eso obedecemos a otro Plan: enseñarnos en toda nuestra altura, apretarnos, juntarnos, burlarlo, hacer por fin a nuestra Patria libre. Plan contra Plan».















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