Los medios de vida y la salud de unos 4 800 millones de personas podrían estar en riesgo para 2030 por carestía y contaminación del agua, pero es posible contener el desastre con beneficios económicos, opinan expertos.
A escala mundial, la proporción de las masas del líquido clasificadas como «buenas» disminuyó del 57 % en 2017 al 56 % en 2023, advirtió ONU-Agua, el mecanismo interinstitucional que coordina los esfuerzos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y otras instituciones vinculadas al tema.
Un tercio de la población terrícola reside en regiones con escasez y las insuficiencias podrían forzar el desplazamiento de hasta 700 millones de seres humanos de aquí a 2030, alertó el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), hace ya dos años.
Mientras tanto, la polución continúa avanzando a lo largo de todo el ciclo hidrológico, a causa de factores como el crecimiento poblacional, la urbanización acelerada sin respaldo de infraestructuras y las prácticas productivas en diversas ramas.
«Sin embargo, con las políticas adecuadas, las aguas residuales podrían ser un recurso de incalculable valor, ya que proporcionarían energía alternativa a 500 millones de personas, suministrarían más de 10 veces el agua que proporciona la actual capacidad mundial de desalinización y compensarían más del 10 % del uso mundial de fertilizantes», afirmó el Pnuma.
Un informe del Banco Mundial (BM), publicado en septiembre de 2025, señaló que el 90 % de la población del planeta vive «en tierras degradadas, en ambientes con aire insalubre o sufre estrés hídrico, pero restaurar los sistemas naturales es posible y puede generar grandes beneficios».
La institución de Bretton Woods reconoció, además, las desventajas de los países de bajos ingresos, donde ocho de cada 10 habitantes «no tienen acceso a aire, agua y tierras saludables», estimó.
En la publicación titulada Reboot Development: The Economics of a Livable Planet, el bm también llamó la atención sobre el empleo excesivo de fertilizantes nitrogenados en detrimento de cultivos y ecosistemas en distintas zonas, lo que se traduce en un costo de hasta 3,4 billones de dólares anuales.
«La buena noticia es que existen soluciones. Si los países hacen las inversiones acertadas ahora, los sistemas naturales se pueden restaurar, y generar rendimientos considerables en materia de crecimiento y empleo», dijo el director gerente sénior del BM, Axel van Trotsenburg.
A juicio del Pnuma, la gestión segura y adecuada de las aguas residuales para la recuperación y reutilización de los recursos va más allá de lograr la seguridad hídrica, con beneficios colaterales que incluyen la mejora de la salud y el bienestar, la reducción de la dependencia de los fertilizantes artificiales, la diversificación de la producción de energía y las oportunidades económicas.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, el 80 % de las aguas residuales llega a la fase de vertimiento sin el manejo correcto, y eso contribuye a la proliferación de enfermedades infecciosas. Esa vulnerabilidad podría costar a los países en desarrollo hasta 260 mil millones de dólares anuales en gastos de salud y pérdidas de productividad, planteó la institución.
Dado el rumbo actual, para 2030 la salud y los medios de vida de unos 4 800 millones de personas podrían estar en riesgo si no se mejora el monitoreo de la calidad del líquido, precisó ONU-Agua.
Una gestión adecuada generaría ahorros de hasta 60 000 millones de dólares anuales, y la reutilización de aguas tratadas elevaría la producción agrícola en un 20 %, afirmó en 2024 el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
Pese a los beneficios potenciales, muchos Estados carecen de recursos monetarios y materiales para invertir en infraestructuras y tecnologías modernas. Ello tiende a agravarse debido a la reducción de la ayuda oficial al desarrollo y el incremento de la deuda externa.
Adoptada en 2015, la Agenda 2030 estableció 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), de los cuales el ODS 6 se centra específicamente en garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos.
Al respecto, el Informe Mundial sobre el Agua 2021 de la ONU reveló que solo se invierte aproximadamente un 20 % de lo necesario para cumplir con las metas del ODS 6.
Resulta previsible el auge de los conflictos asociados a los recursos hídricos, los cuales constituyen un factor clave para encarar la hambruna, las epidemias, las desigualdades y la inestabilidad política, según denotan las evaluaciones multilaterales.















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