La fiera está oliendo una flor / Mirando a las estrellas / Rugiendo en tono menor / E incluso bien le suena (…) El verdugo advierte en su hacha / El romance metal con madera / Como si fuera orfebre se afana / Como si fuera de plata le queda.
Lo dijo Buena Fe en sus versos hechos melodía, que es también una forma de esparcir la idea y que llegue a más oídos. Y no lo sabían ¿o sí?, pero estaban denunciando «una de las injusticias más antiguas y generalizadas de la humanidad»: la violencia contra las mujeres, según lo aseveró el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Así lo demuestran cifras recientes arrojadas por un informe de ese organismo: al menos 840 millones de mujeres en todo el mundo, casi una de cada tres, han sufrido violencia, como mínimo, una vez en su vida. Ese doloroso número «apenas ha cambiado» en 20 años.
El análisis, publicado el 19 de noviembre, es considerado la evaluación global más completa sobre el tema, y califica ese repudiable fenómeno como una «emergencia de salud pública mundial».
Y un marido estampa el puño / Sobre el rostro o el alma blande el puño / Rabia vieja, maldice madre / Sin que nadie se meta, flotando en el aire / Y aquella mujer con hematomas dirá / Resbalé en el viento, me caí en el mar / Vuelve a la cocina y se pondrá a ordenar / Lágrimas tras cebollas.
Obligadas o coaccionadas a mantener relaciones sexuales, golpeadas, amenazadas, agredidas con armas… el más común de los ataques proviene de las parejas íntimas masculinas. En los últimos 12 meses, 316 millones de mujeres de 15 años o más, sufrieron ese tipo de violencia, que desde el año 2000 solo ha disminuido un 5 %.
Por otra parte, el Informe de la OMS incluyó, por primera vez, los abusos fuera de la pareja –unos 263 millones de féminas victimizadas durante el último año–, los cuales incluyen como agresores a familiares, amigos, figuras de autoridad y desconocidos.
Y se transmite, de abuela a la madre / De madre a los hijos y quizás saldrá / Un marido que estampa el puño… La violencia contra las mujeres, asegura el documento, acarrea consecuencias que van más allá de las lesiones físicas: infecciones de transmisión sexual, embarazos no deseados, depresión, feminicidio, forman parte de las secuelas, y se suma la probabilidad de que los niños expuestos a tales situaciones repitan en el futuro esos patrones, y así perpetúen el ciclo.
Guardada lleva su colección / De mordidas tan bellas / De zarpazos tan limpios… Lo realmente alarmante no son las cifras, sino que las víctimas, muchas veces, no tienen los recursos físicos, mentales, ni legales para recuperarse. Ese podría ser el caso de los países en conflictos bélicos. Otros factores de riesgo que inciden son: los contenidos misóginos en espacios digitales, las migraciones, prácticas arcaicas como la mutilación genital femenina, las discapacidades.
En el caso de Cuba, desde el Artículo 43 de la Constitución, el Código Penal, el Código de las Familias y el Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres, se evidencia que ese tema forma parte de la política social del Estado. No obstante, muchos son los caminos que restan por recorrer en el andar hacia la equidad, las transformaciones legales, sociales y culturales que ayuden, no solo en la prevención, sino en la atención y acción frente a la violencia contra las mujeres.















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