ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Los ciberterroristas a sueldo de Marco Rubio, no importa si de apellido Pentón, Vallejo, Giménez o payasos sin nombre, infructuosamente han tratado de encender las redes y las calles con infamias, falsos rumores y denuncias, invitaciones, intimidaciones, en medio de la devastación dejada por Melissa.

Ahogados y aislados en matrices crueles que se estrellan contra cientos de actos heroicos, desprendimientos solidarios desde todas partes del mundo, pronunciamientos de elogios y agradecimiento a seres humanos que desde cualquier profesión devinieron rescatistas incansables para salvar a miles de las aguas o de los vientos con fuerza descomunal.

Nuestro José Martí nos había alertado de la rabia de los que no aman ni agradecen. «El sol quema con la misma luz con que calienta. El sol tiene manchas. Los desagradecidos no hablan más que de las manchas. Los agradecidos hablan de la luz».

Pero en este caso de desprecio por la vida, de manipulación de la realidad, de intoxicación con infamias, burlas y oportunismo subversivo, estamos en presencia de algo peor a lo previsto por nuestro Héroe Nacional.

Estos no solo quieren utilizar el sol para desaparecernos, cada amanecer aplauden o abogan por nuevas acciones de estrangulamiento económico; piden suspensión de viajes, de vuelos; promueven más muros de todo tipo para la «incomunicación civilizada»; amenazan y castigan a cualquier promotor de lazos culturales, educativos, de salud, académicos; apoyan las deportaciones y la persecución de migrantes cubanos en territorio estadounidense.

Por estos días de dolor y pérdida de decenas de miles de viviendas, efectos electrodomésticos vitales, pertenencias, animales, cosechas, sus «plegarias» desde Miami son por el estallido social, la revuelta, la desobediencia, la indisciplina. Llaman al terrorismo o la intervención militar de las tropas yanquis, sin importar cuántos parientes, padres, hermanos, hijos o sobrinos morirán bajo las bombas.

Otros, retorcidos en décadas fallidas de ataques anticomunistas y fracasados planes mafiosos, promueven por estos días la falsa alarma, el miedo, la desobediencia, las protestas, las campañas de desconfianza hacia las autoridades y el odio entre los propios cubanos.

Nada ni nadie escapa a la manipulación. Ni ayudas, ni facilitadores, ni organizaciones humanitarias o religiosas, ni países o gobiernos. Todo se cuestiona y se tergiversa sin miramientos, lo que importa es corroer la imagen de Cuba, minimizar los ingentes esfuerzos, la ayuda inmediata, el auxilio, la atención y preocupación sincera por los damnificados. Magnificar la desgracia y pintarla sin salida es el propósito, en menoscabo de la unidad y el esfuerzo común.

Insalvables, aislados, deprimidos, alicaídos y sin esperanza de rescate en medio del torbellino de verdades contundentes, de los abrazos solidarios globales, ráfagas altruistas dentro y fuera de Cuba, la minoría servil y anexionista a las órdenes de Washington, recibe en esta hora aquellos versos eternos y siempre oportunos de Martí:

El amor, madre, a la patria / No es el amor ridículo a la tierra, / Ni a la yerba que pisan nuestras plantas; / Es el odio invencible a quien la oprime, / Es el rencor eterno a quien la ataca; / Y tal amor despierta en nuestro pecho / El mundo de recuerdos que nos llama / A la vida otra vez, cuando la sangre, / Herida brota con angustia el alma; / ¡La imagen del amor que nos consuela / Y las memorias plácidas que guarda!

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