La actuación monroísta del Secretario de Estado de Estados Unidos ha impulsado una peligrosa escalada bélica al sur del Caribe, que apunta a socavar la soberanía nacional de Venezuela, hasta lograr lo que desde la Casa Blanca insisten en llamar «cambio de régimen».
En ese camino de perpetrar una agresión militar contra un pueblo que no «le sigue el juego» a Washington, la Oficina de Asesoría Legal del Departamento de Justicia de EE. UU. elaboró una opinión legal clasificada, que autoriza y justifica ataques letales contra una lista secreta de cárteles y presuntos traficantes de drogas, reveló CNN.
De acuerdo con la información ofrecida, de esa manera el presidente de la nación norteña tiene la facultad para designar a los narcotraficantes como una amenaza inminente para su país, y así permitir su ejecución sumaria, «sin revisión legal».
Al respecto, el citado medio de prensa publicó la declaración de un exabogado del Pentágono: «según esta lógica, ante cualquier grupo pequeño, mediano o grande que esté traficando drogas hacia EE. UU., la administración podría afirmar que equivale a un ataque contra Estados Unidos y responder con fuerza letal».
LA VERDADERA AMENAZA
Si miramos un poco hacia atrás, encontraremos similitudes con la caducada Ley de Enemigos Extranjeros (1798) que, a inicios de este año, el mandatario Donald Trump «rescató», para aplicar contra migrantes venezolanos, los cuales, según su opinión y sin oportunidad legal de defenderse, acusó de pertenecer al Tren de Aragua.
En esa ocasión, los detenidos fueron secuestrados y enviados a una cárcel de máxima seguridad en El Salvador. Esta vez, la orden es a matar. Ya lo hemos visto con al menos cuatro embarcaciones atacadas por las fuerzas estadounidenses desplegadas en el Caribe, alegando autodefensa, como parte de una presunta lucha contra el narcotráfico.
Recordemos que, recientemente, han subido el precio por la captura de altos funcionarios del Gobierno Bolivariano, entre ellos, el Presidente Nicolás Maduro, acusado de liderar tres cárteles. Luego, no cabe duda de quién podría encabezar esa lista de enemigos.
Ya desde marzo de 2015, EE. UU. había declarado a Venezuela –por medio de la Orden Ejecutiva 13 692, emitida por el entonces presidente Barack Obama– una «amenaza inusual y extraordinaria» para su seguridad. El recurso fue renovado en 2024, por Joe Biden.
OBJETIVOS DETRÁS DE LAS EXCUSAS
Usando esas herramientas de presión política y los mecanismos militares –sobre los que anunció Trump, el pasado 4 de octubre, que podría comenzar a ¿combatir? el narcotráfico por tierra, en clara alusión a una posible incursión directa en el territorio venezolano– se pretende justificar un «ataque armado (…) que puede ocurrir en muy corto plazo».
Así lo aseguró el embajador, representante permanente de la República Bolivariana de Venezuela ante Naciones Unidas, Samuel Reinaldo Moncada Acosta, en carta de este jueves, al Consejo de Seguridad de la ONU, en la que solicitó una reunión urgente.
Por su parte, el 94 % de los venezolanos está en desacuerdo con una intervención militar extranjera contra su país, tal como reveló una encuesta de Hinterlaces, del miércoles pasado.
En ese sentido, el pueblo y las fuerzas militares no han estado ajenas a la necesidad de estar alertas. No solo se han activado las milicias, sino que también, como parte de la Operación Independencia 200, los Órganos de Dirección para la Defensa Integral en zonas estratégicas. De esa manera, se pretende fortalecer la capacidad operativa e impedir la «parálisis estratégica».
Proteger objetivos vitales para el país es una prioridad, aseguró el ministro de Defensa, general en Jefe Vladimir Padrino López, quien, además, remarcó que la preparación servirá para evitar que se establezca una plaza de armas o posición enemiga, así como la organización de emboscadas y garantizar el funcionamiento permanente de la red hospitalaria, el transporte y la articulación de las unidades comunales.
Tomar por la fuerza a Venezuela no es solo una cuestión privativa de ese país, es una acción con trasfondo económico y geopolítico que, de suceder, acabaría con la paz regional.
No pensemos que el único objetivo es derrocar el Gobierno constitucional de la nación bolivariana, Latinoamérica y el Caribe han sido siempre la meta de un imperio que, como tal, no cesa en su hegemonía expansionista. Sobre todo, cuando el artífice de esta embestida es un declarado antichavista, quien tiene su versión de la conocida doctrina: América es para los americanos.
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