La reciente intervención del presidente Donald Trump en la Asamblea General de las Naciones Unidas ha vuelto a mostrar el rechazo sistemático de su administración hacia esa institución multilateral y al orden internacional establecido.
En una alocución de casi una hora, el mandatario estadounidense atacó ferozmente la esencia de la ONU, cuestionando sus propósitos, su función y la igualdad soberana que debe regir entre los Estados miembros.
El integrante del Buró Político del Comité Central del Partido y canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, desde x, rechazó el discurso de Trump, calificándolo como un ataque a la esencia universal y democrática de la onu, a la Carta de las Naciones Unidas y al principio de igualdad soberana entre Estados. Subrayó, además, que tales declaraciones evidencian una política global basada en la confrontación, el unilateralismo y el desprecio por el Derecho Internacional.
Desde el inicio, el mandatario se centró en descalificar el papel de la ONU, a la cual acusó de ser ineficaz y de no estar cerca de cumplir con su potencial para mantener la paz y la seguridad mundial. Con un tono desafiante y autocomplaciente, se atribuyó el mérito de haber puesto fin a siete «guerras interminables» durante su mandato.
Siguiendo esa línea discursiva, rechazó el reconocimiento al Estado palestino, calificándolo de «recompensa para Hamas», mostrando una vez más su complicidad con el conflicto del Medio Oriente, y su desprecio por la autodeterminación de los pueblos.
Asimismo, defendió las agresiones militares promovidas por su Gobierno contra instalaciones iraníes y embarcaciones supuestamente vinculadas al narcotráfico en Venezuela, sin ningún reparo por la soberanía de esos Estados.
Calificó el cambio climático como «la mayor estafa de la historia» y a las energías renovables las tachó de «costosas y poco fiables». Sus ataques a la ONU se extendieron al Acuerdo de París y a las políticas verdes que defienden las naciones soberanas, conscientes del deterioro ambiental.
Su arremetida se inscribe dentro de un patrón político que busca dinamitar los mecanismos de cooperación internacional, para favorecer la hegemonía unilateral de Estados Unidos,
Por otro lado, Trump afirmó respaldar al organismo al 100 %, una contradicción que revela la naturaleza instrumental y pragmática de su política exterior: la estima cuando le conviene, la desprecia cuando no.
Este discurso confirma el rumbo beligerante y disruptivo que el republicano insiste en imprimir a la diplomacia de su país, comprometiendo la estabilidad mundial y relegando al multilateralismo a un segundo plano.
El rechazo de Cuba y otros países soberanos a estas posturas es una muestra más del desacuerdo con un orden global que Washington pretende quebrar, para imponer una política basada en el dominio y la merma de los derechos internacionales.
Trump no solo desafía a la ONU, sino que también pone en riesgo la esperanza de una convivencia pacífica y justa en el escenario mundial.















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