ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Valla publicitaria digital que llama «traidores» a políticos de Florida con raíces en Cuba. Foto: AP

Más de 13 000 niños no van a la escuela en Miami en el presente curso porque huyeron con sus padres migrantes, se escondieron o la familia tiene miedo a ser perseguida, capturada y deportada, según reportes de diarios locales.

Un total de 302 personas han muerto, y 1 354 han resultado heridas en 309 tiroteos en Estados Unidos, hasta el 31 de agosto de 2025. El estado de la Florida es uno de los más afectados, con mucha incidencia en centros escolares, lo que preocupa a padres y a estudiantes.

Un análisis publicado por The Budget Lab, de Yale, concluye que la subida de aranceles de Trump probablemente aumentará en 875 000, el número de estadounidenses que viven en la pobreza, para 2026. Este incremento incluye 375 000 niños más en esa situación. Las cifras se sumarían a los casi 36 millones de personas en ee. uu. que vivían en la pobreza al finalizar 2024.

Unos 26 000 niños podrían acabar asumiendo sus casos migratorios por su cuenta, sin abogados ni otra asistencia, de acuerdo con las medidas restrictivas de la administración estadounidense.

Cada vez más periodistas son censurados o expulsados de sus medios de prensa por criticar las políticas de Trump, al igual que abogados, jueces, fiscales o funcionarios que cuestionan las violaciones flagrantes de las leyes y principios básicos de ese país.

Entretanto, la violencia contra la mujer aumenta día a día. Desde inicios de la presente década la nación norteña se encontraba entre los diez países en los que las féminas corren más riesgo de ser agredidas sexualmente, y tiene una media de tres feminicidios al día.

Según los registros de la Línea Nacional de Violencia Doméstica, cada minuto, 24 mujeres sufren violencia física por parte de su excónyuge o exnovio, lo que corresponde a aproximadamente 12 millones de mujeres al año. También señalan que igual cifra ha sido víctima más de una vez en su vida.

De acuerdo con los datos, una de cada cuatro mujeres en Estados Unidos es sometida por su pareja a violencia física, que provoca lesiones graves, como quemaduras o asfixia, y solo el 34 % de las que resultan heridas acude a los centros de Salud para recibir atención médica.

La Línea Nacional de Violencia Doméstica recibe diariamente un promedio de 20 000 denuncias, y la mayoría de las víctimas de abuso físico se encuentra en el grupo de edad de 18 a 24 años.

Estas son apenas algunas estadísticas del caos en el que viven y omiten los odiadores, cómplices de quienes piden llevar al estrangulamiento total a las familias cubanas, para que una implosión o una invasión sanguinaria extirpe la Revolución, y no deje huellas de pioneros, federadas, leyes o policías del pueblo.

Esos males de la sociedad estadounidense pesan sobre los hombros de los mismos congresistas quienes, en lugar de adoptar medidas para borrar esas manchas de la «democracia» del país de la «libertad», tratan de borrar a Cuba del mapa de países soberanos e independientes, para ponerlo en manos de Estados Unidos.

Son crudas verdades sobre el Norte, pero prefieren seguir jugando a la mentira para justificar la guerra, y miran al sur para apostar por más muertes, despojo e injerencia.

Recientemente, la mafia terrorista de Miami, con distintos nombres o disfraces «democráticos», abogaba por una licencia gubernamental para matar en Cuba, una vez lograran su vil obsesión, fracasada en 66 años.

Ahora el congresista anticubano Carlos Giménez y su coro fascista piden a los cubanos de allá y de acá el sacrificio de dejarse matar masivamente, para que al fin los terroristas, esbirros batistianos y sus descendientes vengativos, puedan entrar a La Habana, en tiempos de genocidios.

Las nuevas voces del odio, que llenan las redes de noticias falsas, convocatorias subversivas e incitaciones terroristas, ignoran y subestiman la dimensión de la obra, de sus raíces, de su estirpe, como armas poderosas, y la firmeza de quienes la defendemos.

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