ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Chile no solo tuvo su 11 de las tragedias, sino también su 4 de septiembre que, a punto de acabarse —corría el 70 —, anunciaba al mundo que el sueño del obrero tipógrafo Luis Emilio Recabarren se encontraba cada vez más cercano.

Eran las urnas las que habían hablado, en tiempos donde la libertad sonaba a hierro y pólvora a través de más de cuatro selvas; eran las urnas… ¿quién podría decirlo? ¿Quién lo iba a creer? ¿Qué se iba a esperar?

Salvador Allende juraba ante un micrófono su lealtad para con la gran tarea común.

¿Pero dónde estabas tú, Roberto; y tú, Rodrigo; y tú, la Emilia; y tú, el Antonio; y tú, Mariana; y tú, Javiera?

¿Movilizado a los 17? ¿Pegando la oreja a la radio bien cerquita del mar? ¿Llamada a la contingencia? ¿Escuchando los gritos de la gente en torno? ¿Naciendo? ¿Trabajando y punto?

¿Cómo serán nombrados 55 años más tarde? ¿Don o doña? ¿Señor, profesora, compañero, viejos? ¿Tendrán nombre? ¿Tendrán oídos y boca? ¿Tendrán quién los llame? ¿Tendrán?

¿Qué quedará entonces de aquel día y de los que siguieron? ¿El discurso de la madrugada inmediata? ¿El cuero cabelludo hirviendo? ¿Picazón en las manos? ¿Un café largo? ¿Un sexo corto? ¿La cordillera con su tierra más humana que nunca consumiendo escarcha? ¿La inocencia? ¿Quedará?

¿Qué estarán diciendo? ¿El «no fuimos víctimas, sino militantes: y luchamos, “poh weón”»? ¿No nos violaron los derechos humanos porque no fuimos humanos, ni antes ni después?

¿En qué pensaron»? ¿En los desterrados en su propia tierra? ¿En los senos y testículos que cercenaron cual trofeo de caza y garantía tras la independencia?

¿En los perseguidos de siempre? ¿En el inmigrante huraño y quebrado por los vientos gélidos del fin del mundo?

¿En lo raro que se huele el ganar —¡una vez ganar!— entre quienes nada y nunca y corre y llora y sufre? ¿En que la «gentuza» podría pisar el mármol de carrara sin delantal y sin bajar la cabeza?

¿En el indio sin Dios y con dioses? ¿En las banderas? ¿En lo de ultramar y de ultratumba y de ultratierra?

Dice Catalina que a su hijo le contaron en la escuela, hace no tanto, que hubo cierta vez un pueblo… pero su hijo había crecido entre gente de ese pueblo y levantó la mano para insistir en que esa gente respiraba aún.

Y no, mi niño, no, le contestaron, tú hablarás de otra cosa, pero eso ya no es.

Dicen los nostálgicos que una vez casi se pudo y, a quien levanta la mano para insistir en que mañana es mañana y que mañana existe… —y que cuidado, compañero, que hasta en la mierda sabemos renacer los guisantes—, se le responde que no, y que mejor cambie de tema.

Probablemente, el negado guardará un silencio doloroso, mientras protege y oculta las flores de frijol que le van saliendo de entre las vértebras y los omóplatos.

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