ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Miles de personas marcharon este domingo en Chile y en Brasil con móviles presuntamente distintos, si los vemos desde la sobriedad de las informaciones que llegan: los unos rememoraban el pasado y los otros se organizaban ante los peligros inminentes de las ultraderechas locales en sus alianzas con Estados Unidos. También podría entenderse viceversa.

Los santiaguinos protagonizaron una peregrinación que partió de la Plaza de los Héroes, en el casco histórico de la ciudad; una caminata llena de flores, banderas, imágenes y cánticos que ellos llaman Romería.

Así pasaron frente al palacio de La Moneda –es septiembre y La Moneda…–, más tarde por una calle que se llama Angustias, y poco después entraron al cementerio de Recoleta, donde descansan los huesos de muchos de los que cayeron a partir del 11 inmencionable de 1973.

Víctor Jara y Salvador Allende, sus restos bajo tierra y bastante más, mientras Santiago de Chile era escenario de una llovizna casi invisible, en medio de los ocho grados de temperatura y las nubes bajas e inacabables que ocultan cerros y algún que otro rascacielos.

La Romería en cuestión es un diálogo directo no con la memoria, sino desde ella, desde sus pendientes y certezas, con una clara interpelación al ahora y al después.

Entre las nueve de la mañana y las tres de la tarde se desvía el tráfico, explicaron parcos los medios de información empresariales.

Mientras tanto, en Brasil los movimientos populares protagonizaron un gran despliegue a lo largo y ancho de casi todo el país, en lo que se conoció, incluso antes de la fecha, como el 7 de septiembre del pueblo.

¿Qué se buscaba? Plantar un frente heterogéneo, pero común, en pro de la soberanía nacional y muy particularmente contra la injerencia de Estados Unidos, que otra vez utiliza la figura de Jair Bolsonaro –personaje destacado en la primera saga de títeres de Donald Trump– para ejercer presiones económicas y políticas sobre el gigante sudamericano.

Uno de los ejes de las movilizaciones resulta exigir la no amnistía del mencionado expresidente, acusado, junto a otras siete personas, de abolición violenta del Estado democrático de derecho y golpe de Estado durante 2022 y 2023.

El juicio, iniciado la semana anterior, prosigue esta, en un país que vivió en el asalto a la Plaza de los Tres Poderes, en Brasilia, un calco del también fallido intento de toma del Capitolio de Washington, poco después de que Trump perdiera en las urnas frente a Joseph Biden.

Nadie se olvida tampoco de la manera en la que Dilma Rousseff fue destituida en 2016.

Los brasileros movilizados este domingo levantaron otras demandas como la reducción de la jornada laboral, para acabar con los turnos de trabajo de seis días por solo uno de descanso.

Asimismo, exigieron la exención del impuesto sobre la renta para las familias con una entrada de dinero baja y media baja.

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