ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Tras la firma del Compromiso de Sandino, a diario se intervinieron quirúrgicamente decenas de pacientes. Foto: Dilbert Reyes Rodríguez

Dicen los cantantes, y el pueblo vueltabajero, que «el verde de la esperanza florece en Pinar del Río». Y si recorremos la historia de aquel terruño, bendecido no solo por la naturaleza, podremos sumarnos también a ese canto que defiende la resiliencia y la voluntad de construir caminos mejores.

En el municipio de Sandino, en medio del lomerío típico de la más occidental de nuestras provincias, hace dos décadas, la gente de allí «amaneció» con el milagro de un pacto entre hombres, que sería después, un pacto entre pueblos. O lo que es lo mismo, otro despertar para Nuestra América.

Año 2005. La Plaza Bolívar de esa localidad parece una colmena en plena producción. El ir y venir de los pobladores casi impide el paso: todos quieren estar en aquel sitio, donde se alistan desde temprano las cámaras y los micrófonos. Desean ser público de un programa que se ha robado la atención de Venezuela y, sin que lo pudiesen disimular, la de los que le «temen» al ejemplo de esa nación.

El Aló, Presidente número 231, conducido por Hugo Chávez, llegó hasta ese lejano paraje, y aquellos pobladores serían –como no imaginaron jamás– testigos de un hito memorable en la historia regional. Un invitado especial pondría voz a las sombras del continente, llevaría luz adonde ni siquiera se conocen los colores: propondría el Compromiso de Sandino, un proyecto masivo de asistencia oftalmológica, que puso en los salones quirúrgicos de Cuba a pacientes de Latinoamérica y del Caribe.

Fidel, a sabiendas de que en la región había personas esperando toda una vida para conocer el rostro de quienes aman, y otros tantos deseando volver a disfrutar de los paisajes que una vez tocaron con la mirada, planteó edificar senderos que saldaran esas deudas sociales con los más vulnerables. Así, los dos Comandantes suscribieron el Compromiso que, con el precedente de la Operación Milagro, devolvió la visión a cientos de miles de personas de más de una docena de países.

Veinte años atrás, cuando Nuestra América aún caminaba con el letargo de siglos de sufrimiento y penumbras, dos hombres abrieron los ojos de los pueblos. Desde ese 21 de agosto, en Pinar del Río, ver dejó de ser quimera, y la voluntad de impulsar tan noble causa tornó la esperanza en realidad.

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