ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Tomada de Telesur

Este 17 de agosto cerca de 7.9 millones de bolivianos acudieron a las urnas para elegir al nuevo presidente y vicepresidente del Estado Plurinacional, así como a 130 diputados y más de una treintena de senadores.

En lo que ya muchos analistas califican como el triste adiós del Movimiento al Socialismo del escenario político boliviano, este domingo el pueblo de la nación andina ejerció su derecho al voto en busca de un nuevo Gobierno, en un escenario muy complejo, marcado por la inestabilidad económica a nivel de país y fuera de fronteras, así como la crisis de unidad de la principal fuerza política de izquierda que rigió los destinos de La Paz en los últimos 17 años.

Según el primer sondeo oficial publicado por el SIREPRE (Sistema de Resultados Preliminares) del tribunal electoral, la derecha lidera los comicios en una primera vuelta, encabezada por el representante del Partido Demócrata Cristiano Rodrigo Paz Pereira, con un 32 % de los votos escrutados, seguido por el conocido anti-izquierdista Jorge “Tuto” Quiroga, con 27 %.

Si bien estos números no son suficientes para que ninguno de los dos llegue al Palacio de Gobierno, lo cierto es que el Socialismo del siglo XXI que lideró el presidente Evo Morales Ayma y que estableció, entre otros múltiples logros, la nacionalización de los hidrocaburos, el aumento de la calidad de vida y la unificación de los 36 pueblos originarios bajo una única bandera, lamentablemente llega a su fin en un país donde el regreso al neoliberalismo más o menos conservador, parece ser el camino trazado.

Y es que, desde el pasado 2024, las desavenencias personales entre los principales representantes del MAS: el actual presidente Lucio Arce y el propio  Morales Ayma, rompió con un escenario idóneo de continuidad política que había conseguido, al cierre del 2023, el aumento de los ingresos por exportaciones, dato traducido en un mayor número de bolivianos con acceso a una vivienda digna o a servicios básicos gratuitos, a pesar de la desaceleración sufrida por la economía global tras la pandemia de la COVID-19.

En medio de las crecientes tensiones, el pasado 22 de enero el presidente Arce declaró: “es importante que el pueblo boliviano identifique que en las próximas elecciones hallaremos dos proyectos de país incompatibles: la izquierda que defiende a todos y la ultraderecha que plantea la privatización de las empresas”, publicó la cadena Al Mayadeen.

Sin embargo, ya había comenzado el visible fraccionamiento izquierdista, con el resultado más palpable este domingo, en una votación totalmente balanceada hacia la derecha, y cuyo desenlace el venidero 19 de octubre dará la bienvenida al ultraderechismo más conservador o al ala más cristiana de una misma tendencia política.

Lo cierto es que, es otra nación latinoamericana donde el pueblo lleva las de perder y otra voz importante que puede despedirse de mecanismos de integración regional como el ALBA o la CELAC, basados en la cooperación y el respeto mutuo, dos valores poco favoritos de la derecha, venga de donde venga.

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