Asesinar a más de 200 periodistas y otros trabajadores de los medios de comunicación que tratan de contar al mundo la verdad sobre lo que ocurre en Gaza, no solo es acabar con seres humanos –jóvenes en la mayoría de los casos–, sino querer callar voces que deben ser oídas, silenciar el crimen, o lo que es igual, no permitir que la verdad trascienda a la comunidad internacional.
Lo que ocurre en Palestina, en Gaza principalmente, traspasa las barreras del genocidio, y a la vez constituye uno de los mayores desafíos para instituciones como la onu, y contra los gobiernos que todavía hoy se alinean con el pensamiento fascista israelí y su principal exponente, Benjamín Netanyahu.
Mientras Gaza agoniza, es casi imposible creer que el Consejo de Seguridad de la onu no pueda siquiera condenar esa práctica criminal o al menos lograr un alto el fuego, aunque ya sean más de 61 000 los palestinos asesinados y una cifra superior a los 120 000 heridos, solo en los dos últimos años de agresión contra el enclave costero.
Matar a periodistas se ha convertido en una acción sistemática de las fuerzas israelíes. No importa que el equipo de prensa estuviese dentro de una casa de campaña frente a un hospital. Allí se dirigió el bombardeo que dejó sin vida a siete trabajadores de los medios, todo un grupo de trabajo encargado de reportar los crímenes.
Pero no han podido silenciar la barbarie porque el corresponsal de la cadena árabe, Al Jazeera, Anas al Sharif, de 28 años, grabó los hechos minutos antes de caer abatido.
El periodista compartió en sus redes sociales un video de sus últimos momentos con vida: «Bombardeos ininterrumpidos (…) durante dos horas. La agresión israelí contra la ciudad de Gaza se ha intensificado».
Ya es momento para que todas las organizaciones de periodistas –sean nacionales, regionales o internacionales– emprendan una campaña mundial de denuncia contra Israel y su protector, Estados Unidos, para exigir que cese el crimen. También, por qué no, se pudiera impulsar una gran campaña mundial para exigir que se abandone la retórica y los llamados, y rompan las ataduras del «veto» criminal, que en el caso palestino se usa reiteradamente para que no se condene a Israel; o lo que es igual, para que sigan muriendo, por bombas o por hambre, cientos de niños palestinos.
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