ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
La agricultura y la producción de alimentos forman parte de los sectores que han permitido el avance y fortalecimiento de la economía venezolana. Foto: Ministerio del Trabajo Foto: Internet

 Las grandes crisis, las que ponen a los hombres al límite de sus capacidades y posibilidades, son –para los resilientes– la oportunidad camuflada de generar grandes soluciones en medio del caos. Bien lo sabe la Venezuela bolivariana, que entre 2014 y 2019 se vio «asfixiada» por el vertiginoso decenso de su economía, y, con ello, la calidad de vida y el bienestar de su población.

Con «la soga al cuello»: sin acceso a financiamiento externo ni cuentas en la banca internacional, y el bloqueo de la Casa Blanca poniendo su mano para alejar cualquier vía de progreso, el país sudamericano supo levantarse por sí mismo. Aprovechando los recursos nacionales, hoy cuenta 17 meses de crecimiento económico continuo, el mayor incremento en la región.

De acuerdo con su presidente Nicolás Maduro, en los dos primeros trimestres de 2025 se registraron crecimientos del 9 % y el 6,65 %, respectivamente, que hicieron posible un 7,71 % de ascenso del OIB en el semestre.

Los sectores que más impulsaron ese crecimiento semestral son: la agricultura, la manufactura; la información, telecomunicaciones y comunicaciones; el comercio; el alojamiento y los servicios de comida; la minería y los hidrocarburos.

Ese último ámbito creció 14,99 %, cifra que no debería asombrar cuando se habla del país con mayores reservas de petróleo en el mundo, y de las principales en cuanto al gas. Sin embargo, se debe tener en cuenta que, con el robo de CITGO y Monómeros, y las sanciones de Washington, el impulso que podría tener la patria de Chávez se ve frenado y continuamente sancionado. De ahí que el mandatario asegurase que el sector va «recuperándose con pulmón propio».  

La ministra de Hidrocarburos y vicepresidenta Ejecutiva, Delcy Rodríguez, dio a conocer que el Plan de Independencia Productiva Absoluta ha hecho posible ese aumento sostenido en la producción petrolera.      

A finales de julio, la administración Trump renovó «discretamente» la licencia de Chevron, para operar en el país bolivariano. Chevron Corporation representa cerca del 25 % de la producción petrolera venezolana.

Se trata, podríamos decir, de un acercamiento de nuevo tipo en la política energética y diplomática entre ambas naciones, al firmar una licencia específica, no general. Ello aconteció en medio de conversaciones sobre reapertura de embajadas y canje de prisioneros, que trajo la devolución de los más de 250 venezolanos secuestrados y encarcelados en la CECOT, en El Salvador. Otra victoria proclamada por el pueblo.

La economía venezolana también ha demostrado gran capacidad de recuperación en la producción de medicamentos. En ese sentido, según la Cámara de la industria farmacéutica, ese mercado creció más de un 20 % en el semestre recién concluido, logrando que un 80 % de lo que se consume, sea de producción nacional.

De acuerdo con Nicolás Maduro, tales resultados «son propios de una economía que se diversifica y produce para abastecer, y comienza a producir también para exportar».

Tanto es así, que el mercado venezolano se ha expandido hacia la exportación de café y de cacao para diversas partes del mundo; así como de acero, a Colombia. 

Venezuela no hizo magia. Se enfocó en las posibilidades que, desde adentro, podrían generar el desarrollo que hoy ostenta con merecido orgullo.

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