ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: ANSA

En el estadio Monumental, con los Andes blancos al fondo, Colo Colo pide un minuto de silencio. A la altura de la cancha, sus jugadores despliegan un lienzo grande que grita: «Fuerza, mineros de Chile».

Los mineros de Chile llevan desde el jueves en vilo, luego de que un temblor de 4,2 grados, que para esta parte del mundo no es exactamente noticia, dejase un muerto identificado en el acto y cinco desaparecidos en los túneles… bajo las rocas.

Cuando inicia el partido, sobre las tres de la tarde de este domingo, ya recuperaron los cuerpos, pero la radio no lo ha dicho.

Se trata de la mina subterránea más grande del mundo, con unos 4 500 kilómetros de túneles y la boca a poco más de 50 millas de la capital. Resulta también el mayor yacimiento de cobre del país sudamericano, que es lo mismo que decir del planeta todo.

Los periodistas formulan preguntas respetuosas, pero cargadas. Llevan desde el jueves dando vueltas por el lugar, conversando con mineros, con la familia. Han escuchado sobre denuncias precedentes no atendidas, dicen. Hay quien habla de un candado en el lugar de la tragedia, para que nadie se robara los implementos de trabajo.

Máximo Pacheco Matte, presidente de la empresa estatal Codelco, responsable de las operaciones en el lugar, espeta que no había denuncias y que no había candado, y que habrá auditoría internacional y que se cambiará lo que tenga que cambiarse, porque –asegura– los mineros saben que su trabajo es riesgoso, pero ninguno se mete en las entrañas del cerro asumiendo no salir con vida.

Los periodistas insisten en las muertes durante los últimos 35 años, y preguntan qué cambiará esta vez. Pacheco vuelve a las investigaciones en curso. Gabriel Boric dicta tres días con la bandera a medio palo desde Arica, en el norte, hasta la Antártica chilena.

El terrible dolor de las familias, que hoy es oración constante en cada reporte, se irá diluyendo como recurso informativo en los próximos días. La muerte de estos seis hombres, presumiblemente, pasará a ser argumento político en año de elecciones generales, en el que la ultraderecha, más fuerte que nunca, aboga por pasar a manos privadas todo lo que ahora mismo se maneja desde lo estatal y lo público, cuchillas mediante a unos cuantos derechos.

Pero esto ocurrirá la próxima semana. Por lo pronto, este domingo Colo Colo, equipo insignia de los pobres de Chile, de la mitad izquierda de una ciudad partida por un cerro, terminó empatando a dos, lo que no le va sirviendo para mucho.

Mientras tanto, en Rancagua, epicentro de las últimas tragedias, se revive la tremenda escena de aquella canción –La planta 14– del español Víctor Manuel: Vendrán gobernadores, alcaldes, ingenieros. / Tratarán de calmar a la presentida viuda que se muerde el pañuelo, / no sabrán acercarse a la madre que les mira con los ojos resecos. […] Y con voces los mineros / mientras se abrazan todos y uno de ellos, el más fiero, / por no irse al patrón, / llora en el suelo.

Se llamaron Paulo, Moisés Esteban, Gonzalo Ignacio, Álex, Jean Humberto y Carlos. Iban de los 29 a los 33, años en los que la vida, aunque madura, es, como nunca antes ni después, extrañamente fértil y hermosa.

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