Acaba de publicarse en la Gaceta Oficial la nueva Resolución del Ministerio del Interior referida a la Lista Nacional actualizada de personas y entidades que han sido sometidas a investigaciones penales y se encuentran buscadas por las autoridades cubanas, debido a su implicación como comisores de actos terroristas contra Cuba, a partir de elementos probatorios debidamente documentados.
No hiciera falta actualizar la lista de 62 terroristas y 20 entidades (grupúsculos, bandas mercenarias, organizaciones violentas con nombres de Partidos estadounidenses o cualquier otro disfraz) si, permanentemente, no se incitaran, organizaran y financiaran actividades violentas contra la estabilidad social y política del país, así como atentar contra la integridad física de sus funcionarios públicos.
Todo eso pasa, con la mayor impunidad, en territorio de EE. UU., en las calles, campamentos secretos o en el ciberespacio, con presupuestos de la guerra subversiva que gestionan congresistas de origen cubano, identificados como traidores, no solo por estimular constantemente las acciones genocidas contra el pueblo cubano, sino porque han dado la espalda a los reclamos masivos contra la política migratoria de corte racista y neofascista de la actual administración.
Los 62 prófugos de la justicia y las 20 entidades incluidas en la lista, indistintamente, aparecen imputados en expedientes penales por bombas contra hoteles, otros centros turísticos y medios de transporte; abastecimientos de armas, explosivos, abundante dinero y reclutamiento de terroristas.
Varios están implicados en disímiles planes de atentado contra el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en el contexto de seis Cumbres Iberoamericanas de máximo nivel en México, España, Honduras, Colombia, República Dominicana y Panamá, así como en otros eventos en Venezuela y en naciones de la región,.
Se suman autores de actos terroristas organizados desde EE. UU. y otros países, en los años 90, perpetrados en la capital cubana, Villa Clara, Matanzas, Santiago de Cuba y Ciego de Ávila; promotores de acciones militares contra la Isla; organizadores y financistas del descarrilamiento de un tren que trasladaba mercancías desde el Mariel; saboteadores del Sistema Eléctrico Nacional; y autores de atentados contra funcionarios públicos o contra sedes diplomáticas.
Mantienen su lugar en la lista de entidades terroristas las tristemente célebres Alpha 66, la Fundación Nacional Cubanoamericana, Hermanos al rescate, el pund, Comando F4, versiones anexionistas del Partido Demócrata o Republicano, entre otros engendros macabros creados por la Agencia Central de Inteligencia.
La práctica del terrorismo contra Cuba ha cobrado la vida de 3 478 personas y lesiones de distinta índole a casi 3 000.
Mafiosos connotados, odiadores cesanteados por la Usaid, extremistas chequeados o pagados por el fbi, faranduleros entrenados en embajadas yanquis y cursillos exclusivos para apátridas, cibermercenarios, grupusculeros de La Habana y politiqueros en Miami, se aprovechan ahora de los superpoderes del secretario de Estado Marco Rubio, y de su simpatía por los genocidios y los criminales, como su socio y amigo Netanyahu, el exterminador.
Alentados por esas «amistades peligrosas» que promueven la destrucción de la Revolución, y que usan el dinero que le roban al pueblo estadounidense para sus «negocios personales», en la guerra contra Cuba, los mercenarios y terroristas de hoy se creen las mentiras y engaños de sus amos, o cobran por hacer que se las creen. Muchos ya están en la lista, otros en remojo.
La verdadera y única lista terrorista asociada con Cuba es la actualizada y publicada en la Gaceta Oficial este 9 de julio, la de los verdugos protegidos en Estados Unidos.
No obstante, podrían faltar todavía autores desconocidos, patrocinadores muy cercanos a la comunidad de inteligencia estadounidense que engendró la mafia terrorista de Miami, quienes alardean y abusan de sus millones y de cargos elitistas en Washington o en la Florida.
Con esos fondos, y con la seguridad que les garantiza el Gobierno patrocinador de EE. UU., se jactan de los crímenes de sus predecesores, y promueven y pagan hoy nuevos actos de terror.
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