ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Los estudios científicos registran cinco grandes extinciones durante los miles de millones de años transcurridos desde la formación del planeta. Sordos frente a esas alertas, los representantes de varias potencias mundiales incrementan, a un ritmo galopante, la posibilidad de otra muerte masiva.

A diferencia de las catástrofes anteriores, la actuación de una especie acelera su propio final y el de muchas más. Así lo demuestra la pérdida de la biodiversidad. Quizá peligre la continuidad de la vida, sembrada en la Tierra como una bendición del desierto cósmico.

Ese milagro, con sabiduría, renació en disímiles formas tras los cinco holocaustos mencionados, ¿pero resistiría una confrontación atómica, sumada al cambio climático y al calentamiento global, indetenibles en los próximos siglos, sin despreciar el agotamiento de las reservas naturales?

La humanidad, capaz de lo mejor y del horror, sostiene en una mano la belleza, mientras con la otra tortura. El futuro depende del pulso «entre el espanto y la ternura», cantado por Silvio Rodríguez.

En estos días seguimos, preocupados, los acontecimientos en Oriente Medio, a raíz del ataque israelí a Irán, su legítima contraofensiva y la intervención directa de Estados Unidos, con el bombardeo a tres instalaciones nucleares del país persa.

Aparte del previsible desastre ante una fuga de material radiactivo, están prendidas las alarmas acerca del potencial crecimiento del conflicto, en especial si implica el empleo de armamento atómico. Ningún hogar se encuentra a salvo.

De naturaleza expansiva y demoledora, el imperialismo persiste en su anhelo de poseer cada palmo y, si el universo lo permitiera, colonizaría incluso las estrellas.

Hoy resuenan, con la gravedad de las campanas, las advertencias de Fidel Castro Ruz en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, celebrada en Río de Janeiro, en 1992.

Allí expresó: «Cuando las supuestas amenazas del comunismo han desaparecido y no quedan ya pretextos para guerras frías, carreras armamentistas y gastos militares, ¿qué es lo que impide dedicar de inmediato esos recursos a promover el desarrollo del Tercer Mundo y combatir la amenaza de destrucción ecológica del planeta?».

Pese a la urgencia de su pregunta, los principales encargados de responderla, desde entonces desembolsan sumas millonarias en la industria de la muerte, invaden por la fuerza o les aplican la injerencia económica y diplomática a naciones con recursos estratégicos. En resumen, procuran acorralarnos cuanto antes de espaldas al abismo.

Necesitamos movilizarnos como auténtica humanidad, para apelar a los límites de la razón, frenar el reloj que corre hacia la noche sin retorno bajo el hongo nuclear, y retardar la sexta extinción.

Asumo el llamado y la fe del poeta Juan Gelman, décadas atrás, ante un peligro similar: Voy a firmar aquí contra el espanto, / por la paz, por la vida, por el canto, / por el gorrión que vuela cuando beso.

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