«Groenlandia será de Estados Unidos. Lo conseguiremos al 100 %». Son palabras de Donald Trump, presidente estadounidense, del 30 de marzo de 2025.
«El Planeta Marte será parte de Estados Unidos. No tengo intenciones de abandonar Estados Unidos en un futuro próximo, ya que, a pesar de que me establezca en Marte, ese Planeta se convertirá en territorio estadounidense en un futuro próximo».
Ese fue un mensaje del multimillonario Elon Musk, convertido, además, en jefe del Departamento de Eficiencia Gubernamental del magnate republicano.
Respecto a la ambición «marciana», el mandatario estadounidense dijo en su discurso inaugural, en Washington: «Perseguiremos nuestro destino manifiesto hacia las estrellas, lanzando astronautas estadounidenses para plantar la bandera de las barras y estrellas en el planeta Marte».
Bajo estas premisas expansionistas, en las que el dinero, como un Dios, determina si un país o una isla, aunque sea la más fría del mundo, o un gélido y desértico Planeta, con 65 grados Celsius bajo cero, pueden ser ocupados y colonizados, gústele a quien le guste y duélale a quien le duela.
Sobre Groenlandia Trump anunció que «hay una buena posibilidad de que podamos hacerlo sin fuerza militar, Pero no se quita nada de la mesa».
Un despacho noticioso de rt refiere que el vicepresidente estadounidense, J.D. Vance, visitó la base de la Fuerza Espacial de su país en Pituffik, Groenlandia.
De acuerdo con Vance, el Gobierno de Dinamarca «no ha hecho un buen trabajo» a la hora de garantizar la seguridad de la isla. Asimismo, destacó que Groenlandia ayudaría a detectar eventuales misiles lanzados contra ee. uu., y derribarlos a tiempo.
Por su parte, Trump ha reiterado en varias ocasiones que su nación necesita adquirir la isla por cuestiones relacionadas con la seguridad internacional, argumentando que barcos de muchas naciones navegan cerca de la costa norte de ee. uu., por lo que se debe «tener cuidado».
Federico X, el rey de Dinamarca y sus territorios de ultramar, es decir, las Islas Feroe y Groenlandia, hizo público un nuevo escudo de armas de la corona.
En él se visualiza la divisa de Dinamarca: tres leones ocupan el primero de los cuatro campos del escudo, mientras que las feroesas (un carnero) y la groenlandesa (un oso plateado) tienen ahora su propio campo cada una, en lugar de limitarse a compartir uno, como en el anterior escudo, con las tres coronas que representaban a los tres reinos escandinavos, refieren varios medios.
Muchos analistas consideraron que el cambio constituía una respuesta a las ansias expansionistas de Trump, aunque la Casa Real especificó que solo era una modernización del diseño y el reflejo de la autonomía de los territorios.
El hecho de que el mandatario estadounidense quiera apropiarse de Groenlandia, está vinculado, directamente, con el Océano Ártico, que tiene una extensión de unos 14 millones de kilómetros cuadrados, con una profundidad media de 1 205 metros por debajo del nivel del mar.
Aun con las condiciones extremas del clima, el Ártico posee una gran biodiversidad, con especies adaptadas al ambiente helado, como los osos polares, las focas y las ballenas.
El océano Ártico posee importantes reservas de petróleo y gas natural en su plataforma continental. Países como Rusia, Noruega, Canadá, Dinamarca y Estados Unidos tienen interés en su explotación y empresas petroleras de esas naciones extraen estos recursos en la región, señala rt.
Además, el océano Ártico tiene una variedad de minerales valiosos como oro, plata, zinc y níquel.
Los efectos del cambio climático son especialmente notorios en esta zona, en la que se observa una mayor vulnerabilidad y un calentamiento más rápido, lo que contribuye a la disminución de hielo y, por ende, al aumento de la temperatura del agua.
Groenlandia, a su vez, tiene una posición estratégica de relevancia para Washington, pues la ruta más corta a Europa es la que pasa por la isla ártica, algo que sería beneficioso en muchas aristas para Estados Unidos.
En los últimos años, y coincidiendo con los alarmantes retos geopolíticos y la ambición estadounidense por hacerse de los grandes recursos naturales, esa zona puede derivar, –más en época de Donald Trump– en un escenario de confrontación militar.
El presidente ruso, Vladímir Putin, en el Foro Internacional del Ártico, celebrado la semana pasada en Múrmansk, Rusia, ha advertido que se observa un gran interés de la otan por convertir la zona en escenario de conflicto contra Rusia.
Al respecto, ha delineado los aspectos más significativos para su país como la llamada Ruta Marítima del Norte, que pretende conectar los centros industriales, agrícolas y energéticos y los mercados de consumo del mundo mediante una vía más corta, segura y económicamente viable.
Para lograrlo, Putin enumeró los siguientes objetivos: aumentar la flota de rompehielos, ya de por sí la mayor del mundo, incorporando buques de nueva generación, incluidos los de propulsión nuclear, que solo Rusia tiene en su haber, así como construir una sólida flota comercial en el Ártico.
Además, crear condiciones para el crecimiento de eficaces operadores nacionales que se dediquen al transporte de contenedores, carbón, cargas a granel y otras, a través del Ártico, para lo que Rusia estaría abierta a la creación de empresas conjuntas con operadores extranjeros.
Se hace necesario, según Putin, aumentar a un ritmo acelerado la capacidad y el volumen de negocios de los puertos del norte, incorporando soluciones modernas y ecológicas, incluidas tecnologías de automatización y sistemas no tripulados; y lanzar proyectos de desarrollo de las redes ferroviarias árticas, para otorgar acceso directo a los puertos del norte a las diversas regiones de Rusia, como el noroeste, Siberia, y Ural.

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