ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
El Gobierno de Venezuela defiende el diálogo de cara a las elecciones parlamentarias con el propósito de lograr la verdadera voluntad del pueblo. Foto: TELESUR

El presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, demuestra la voluntad de diálogo y paz del Gobierno que dirige, al firmar un decreto con el que concede indulto presidencial a diversos actores políticos de la oposición que han participado en conspiraciones para provocar la caída del Ejecutivo bolivariano.

El vicepresidente de Comunicación, Turismo y Cultura de Venezuela, Jorge Rodríguez, destacó recientemente la decisión del presidente Maduro de conceder el indulto a 110 ciudadanos actores políticos de la derecha venezolana, de ellos 23 diputados principales y cuatro suplentes.

Según Rodríguez, el indulto debe marcar «un sentimiento nacionalista que se imponga el venidero 6 de diciembre en las elecciones parlamentarias, y que sea el pueblo quien decida», dijo, en referencia a los venideros comicios.

El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) llamó a su militancia a respaldar tal acción y convocó a la oposición «a encaminarse por las amplias vías democráticas y constitucionales para la resolución» de las diferencias.

La medida es un «claro mensaje de diálogo», apuntó el PSUV, especialmente dirigido a quienes, en búsqueda de sus intereses, «han promovido y participado en ataques sistemáticos» contra Maduro y el país.

La reacción en las redes sociales no se hizo esperar, pues se generó apoyo en diversos sectores y rechazo en otros que no perdonan los crímenes cometidos por algunos de los amnistiados, vinculados a las llamadas guarimbas y a otros actos violentos.

Chávez y el diálogo

El comandante Hugo Chávez fue promotor y constructor del diálogo y la paz en Venezuela, lo cual  defendió hasta el último momento de su vida, consciente de los peligros que enfrentaba la Revolución.

El golpe del 11 de abril de 2002 contra el gobierno encabezado por él, estuvo a cargo de algunos sectores militares y del empresariado, con participación de partidos de oposición, de la prensa, de la alta jerarquía de la iglesia católica y del gobierno de Washington.

El golpista Pedro Carmona Estanga, quien se desempeñaba como presidente de la Federación de las Cámaras de Comercio y de Industria (Fedecámaras), el principal gremio empresarial del país, usurpó la dirección del Gobierno.

Carmona fue presidente de facto durante 28 horas, en las que derogó la Constitución y decenas de leyes aprobadas por Chávez. Además, disolvió los poderes públicos.

Al cabo de 48 horas, Chávez fue liberado de la cárcel en la isla La Orchila y retomó el poder, gracias al apoyo mayoritario del pueblo y los militares.

El 14 de abril de 2002, perdonó a los golpistas y convocó a crear una comisión de la verdad y el diálogo con ellos.

Tal  decisión resultó un ejemplo de una postura que no siempre encontró la comprensión de sus seguidores, pero en la cual se impuso la sabiduría del líder, la capacidad de convencer y su pensamiento estratégico, que permitió a la Revolución ganar tiempo y obtener triunfos vitales y permanentes.

La actitud de Maduro ahora es una jugada compleja que deja descolocados a los estrategas imperialistas y a sus aliados, pues desarma aún más a Guaidó y a sus compinches.

La medida puede dañar el consenso entre la Unión Europea –que recibió favorablemente la noticia– y EE.UU., y termina de deshacer cualquier rastro de acuerdo entre la oposición y Juan Guaidó.

Estratégicamente hablando, el decreto de Maduro puede lograr que más sectores del antichavismo concurran a las elecciones, lo que aumentaría la legitimidad del proceso, le permitiría restablecer la institucionalidad, fortalecer el Parlamento, ganar en estabilidad y obtener apoyo internacional vital para enfrentar las medidas unilaterales del Gobierno de Estados Unidos.

Es como nunca momento de unidad frente al peligro concreto de agresión imperialista, de apuntar con certeza, de cuidar cada paso, de fundir todas las fuerzas, y de evitar cualquier desvío o división interna que dañe a la Revolución.

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