ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

La guerra de Kosovo de fines de la década de los 90 del siglo pasado enfrentó a pueblos pertenecientes a distintas etnias, producto de los conflictos atizados por Occidente contra Yugoslavia, último reducto de lo que fuera una Europa del Este fuerte y unida bajo un mismo proyecto social. En aquel entonces, la intervención de la Organización del Tratado del Atlántico Norte dejó un saldo de 12 000 muertos y millones de desplazados, bajo los bombardeos de la propia OTAN y la limpieza étnica de los separatistas de la provincia serbia de Kosovo.

Esas diferencias volvieron a relucir, ya que el actual gobierno de Pristina, capital del Estado de Kosovo, hizo una redada al viejo estilo de odio étnico en las provincias del norte, de población mayormente serbia que quedó como un remanente tras aquel conflicto de naturaleza étnica, religiosa y geopolítica.

Con una posición estratégica en la entrada trasera de Europa, Serbia ha sido motivo de numerosas presiones de parte de Occidente, las cuales la llevaron a aceptar un conjunto de tratados sobre la permanencia de Kosovo como Estado independiente, proyecto de desmembramiento impulsado por europeos occidentales y estadounidenses. Rusia, como aliado histórico de los eslavos de los Balcanes, se ha pronunciado contra cualquier otra arbitrariedad.
 

LA CRIMINALIZACIÓN DE LOS SERBIOS

Las fuerzas de Kosovo detuvieron a 23 serbios, sin que mediaran investigaciones, bajo el pretexto de que eran «bandas de traficantes», además la televisión local y los medios lanzaron una campaña de odio contra el resto del remanente serbio en la zona controlada por los kosovares, lo cual atiza a otras redadas de índole intolerante. Rusia, a través de su Cancillería, condenó el suceso, así como la implicación de un ciudadano ruso que está detenido junto al resto de los civiles serbios apresados.

Los tratados firmados por las partes signatarias le entregaban la seguridad en la zona a las fuerzas de la OTAN y no a fuerzas armadas kosovares, además se prohibía la entrada con armas largas a las regiones de mayoría serbia, para evitar enfrentamientos que conduzcan a tensiones mayores. Rusia acusó a Kosovo de buscar un pretexto más para acorralar a Belgrado, así como ya sucedió con el agravamiento de los aranceles a productos serbios que entran a través de la frontera, medida también violatoria de los tratados internacionales que llevaron a la paz momentánea.
 
¿COMPLICIDAD DE OCCIDENTE?

Ante el silencio de las cancillerías occidentales, el ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguéi Lavrov, se reunió con su homólogo serbio Ivica Dacic, para emitir una declaración hacia Washington y Bruselas, los impulsores del proyecto separatista kosovar y garantes de los compromisos de parte de Pristina.

«Deben hacer que los albanokosovares paren sus políticas provocativas y de confrontación», dijo Lavrov de cara a Occidente, pero hasta ahora, solo la OTAN y su delegación en los Balcanes han hecho tímidas condenas a las incursiones kosovares y la subida de los aranceles a productos serbios.

La guerra comercial, una de las acciones que está de moda en los conflictos internacionales en la era Trump, rompió los diálogos entre Belgrado y Pristina que estaban en marcha desde 2008, para el reconocimiento de la frontera del Estado de Kosovo por parte de Serbia. Hasta la fecha no se avizora una solución.

«Los colegas en la UE, que, conforme a las resoluciones de la Asamblea General de la ONU, deben actuar como intermediarios entre Belgrado y Pristina, no ejercen sus funciones», dijo Lavrov, en conferencia de prensa.

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