
Más de 50 años después de su fundación, Singapur dejó de ser una pequeña villa de pescadores con pocos recursos naturales a superar a las grandes potencias mundiales en muchos de los índices de desarrollo.
La nación es actualmente una de las economías más avanzadas del mundo e integra el selecto grupo de los llamados «Tigres Asiáticos», que lograron un despunte impresionante durante las últimas décadas, gracias a su apuesta por los avances tecnológicos, políticas sustitutivas de importación y el impulso de las exportaciones.
El alto nivel de vida, el ambiente favorable para los negocios, los bajos índices de corrupción y los reconocimientos a su sistema educativo, encarnan la metamorfosis de esa ciudad Estado que al momento de fundarse carecía de recursos naturales propios, no disponía de suficientes reservas de agua potable, cargaba con una población mayormente pobre y sufría las desgracias de la corrupción.
En 1963, Singapur dejó de ser una colonia británica y firmó un tratado de unión con Malasia, que dos años más tarde sería roto a causa de conflictos y tensiones raciales. Así en 1965, la nación que hoy es uno de los principales motores del actual crecimiento económico en la región, tuvo que comenzar a labrar sola su propio camino.
Singapur pasó del tercer mundo al primero en dos generaciones. Al país le llevó solo 22 años duplicar su Producto Interno Bruto (PIB) per cápita, aproximadamente la mitad que a otras economías desarrolladas. Su plan para alcanzar el éxito incluyó varios puntos y el primero fue abrir sus puertas a las compañías extranjeras, lo que en primer lugar apaciguó el grave problema del desempleo, pero también creó dependencia de los grandes monopolios.
También tomaron medidas para reducir el efecto causado por la sobrepoblación, combatir el envejecimiento, desarrollar la asistencia médica, la energía, el transporte y apostaron por desarrollar el campo de las nuevas tecnologías y los dispositivos electrónicos, una estrategia que les ofreció grandes ventajas a inicios del siglo XXI.
Ese pequeño país también se ha volcado hacia la innovación y los nuevos talentos. En los últimos 25 años, invirtió más de 22 000 millones de dólares en proyectos de científicos jóvenes para ayudarles a materializar sus ideas. Así, desde el 2011, las inversiones singapurenses supusieron una inyección económica para 400 empresas emergentes y contribuyeron a que se registraran 800 patentes en el territorio.
Tras medio siglo de reformas, no caben dudas de que los singapurenses construyeron uno de los países más prósperos del mundo y según datos del Fondo Monetario Internacional, en el 2018 el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita alcanzará los 55 230 dólares.
La buena salud de su economía se evidencia, no solo, en su capacidad para convertirse en una importante plaza financiera y HUB (polo de desarrollo) estratégicos del comercio global, también sus altas tasas de crecimiento y bajos índices de desempleo distan muchos de las cifras de otros estados.
Ahora, Singapur va por retos mayores y aspira a convertirse en el primer país inteligente del mundo, para lo cual el Gobierno puso en marcha un ambicioso plan: convertir el país en «un laboratorio viviente; una especie de sala de pruebas de soluciones inteligentes para cuestiones urbanas que transformen, aún más, esta tierra de la innovación».

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Xiomara Ineràrity Ariosa dijo:
21
16 de mayo de 2018
20:28:53
Jose cuervo dijo:
22
16 de mayo de 2018
23:32:29
rene dijo:
23
17 de mayo de 2018
04:14:46
Juan López dijo:
24
17 de mayo de 2018
05:10:48
Aristónides Ferrer Guzmán dijo:
25
17 de mayo de 2018
07:19:48
Rogelio Respondió:
18 de mayo de 2018
11:38:02
liliana dijo:
26
17 de mayo de 2018
09:00:18
Camilo dijo:
27
17 de mayo de 2018
12:18:22
Aparicio dijo:
28
17 de mayo de 2018
18:18:47
Miguel Angel Respondió:
18 de mayo de 2018
18:46:44
Miguel Angel dijo:
29
18 de mayo de 2018
18:22:35
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