Donald Trump, el magnate—presidente de Estados Unidos ha hecho otra de las suyas: poner al borde del colapso el Acuerdo Nuclear asumido con Irán por las potencias mundiales en 2015, tras anunciar este martes la salida de su país de ese compromiso internacional.
El anuncio a partir de ahora de nuevas y mayores sanciones contra la nación persa, más las amenazas de otro tipo expresadas por el presidente norteamericano, agravan aún más la situación internacional de por sí conducida al precipicio por los gobiernos de la Casa Blanca.
Se trata de uno de los asuntos más sensibles de la política exterior contemporánea. Y no cumplir con lo acordado es una evidencia de que la administración Trump, como ya lo hizo antes con el Acuerdo sobre Cambio Climático, es capaz de pisotear los esfuerzos de largos años de negociaciones y el clamor mundial, incluyendo la población estadounidense, de que se respete lo rubricado.
En el 2015 firmaron el Acuerdo, además de Irán y Estados Unidos, Reino Unido, Rusia, China, Francia y Alemania. Todos, menos Trump, consideran que la nación persa cumple lo pactado. Igual aval hace la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA), que lo corrobora en constantes monitoreos.
Aquel documento abrió al mundo una boconada de paz, a la vez que posibilitó que a la nación persa se le levantaran las sanciones impuestas desde Occidente, mientras se comprometía a no desarrollar un programa nuclear con fines bélicos, como afirmaba Washington y nunca se ha podido demostrar.
Recordemos que el programa nuclear iraní siempre fue defendido por las autoridades de ese país como de carácter pacífico para contribuir al desarrollo de esa nación.
Incluso, desde los ayatolas hasta otros componentes religiosos, civiles, militares y políticos de ese país, han explicado al mundo que la religión que allí se practica es incompatible con el desarrollo y uso de esas armas, por lo que nunca estaría en los planes de Teherán producirlas o usarlas.
Las sanciones impuestas por EE.UU. y la Unión Europea para forzar a Irán a frenar el enriquecimiento de uranio deterioró la economía del país, con pérdidas por más de 160 000 millones de dólares en ingresos por petróleo de 2012 a 2016.
En su momento, el acuerdo fue considerado un hito de la política exterior del entonces presidente de EE.UU., Barack Obama. Sin embargo, Trump lo ha considerado “el peor acuerdo jamás logrado”.
En una encuesta de Morning Consult / Politico realizada en línea en el país norteño desde el pasado 26 de abril al 1 de mayo, muestra que el 56 por ciento de los consultados respalda el acuerdo de 2015, lo que se considera un récord en un sondeo nacional.
El 68% de los demócratas y el 51% de los independientes dijeron que apoyan el pacto, mientras los republicanos están más divididos: el 46 por ciento lo respaldó y el 42 por ciento se opone.
El documento en cuestión recoge que Irán se comprometió a reducir sus reservas de uranio en un 98% hasta 300 kilogramos, que deberán mantener su nivel de enriquecimiento en 3,67%.
Al respecto, ya en enero de 2016, Irán había reducido drásticamente el número de centrífugas instaladas en Natanz y Fordo, las cuales se utilizan para producir radioisótopos de uso medicinal, agrícola, industrial y científico.
Previo al anuncio de Donald Trump, la preparación del terreno para una segura salida de Estados Unidos del pacto nuclear con Irán ha sido incentivada con visitas de personeros del equipo del magnate a la región, principalmente a Israel —enemigo acérrimo de Irán— y que cuenta con más de 200 ojivas nucleares, que ni son inspeccionadas por la OIEA ni criticadas por Washington, todo lo contrario.
El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, arremetió por estos días contra la nación persa, a la vez que se mostró favorable con la anunciada medida de Trump de abandonar el acuerdo.
No es nada novedoso ni el plan estadounidense contra Irán ni el apoyo israelí con ese fin: Netanyahu dirá que si Washington le entrega cada año más de 3 000 millones de dólares para armarse, matar palestinos y agredir a territorios vecinos, tiene que serle fiel en apoyar sus planes con el enemigo final, Irán.
Desde el punto de vista estratégico, no es nada reciente el propósito norteamericano de fragmentar, dividir y destruir principalmente a las sociedades árabes que conforman el Magreb y Oriente Medio, de tal forma que sirvan de antesala a intenciones mayores como es la destrucción de la República Islámica de Irán.
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Armando dijo:
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8 de mayo de 2018
18:01:21
Edgardo Martínez García dijo:
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8 de mayo de 2018
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9 de mayo de 2018
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9 de mayo de 2018
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9 de mayo de 2018
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9 de mayo de 2018
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Noel Montes de Oca dijo:
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9 de mayo de 2018
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