A Oaxaca le tocó, por partida doble, la desgracia. No le bastó con temblar una vez. Es uno de los Estados más pobres de México, y es probablemente el que más pérdidas tuvo que contar en los últimos terremotos que afectaron a ese país. Es una tierra colapsada, dirían algunos.
El jueves 7 de septiembre el istmo de Tehuantepec se estremeció, y desde entonces el suelo no ha parado de moverse. Hay quien le llama réplicas, otros no ponen nombres y sienten la insoportable incertidumbre. Hasta las 09:30 horas del 13 de Octubre, se registraban 7591 réplicas. Las dos mayores habían sido, la primera, el 8 de septiembre a las 00:17 horas, con una magnitud de 6.1 en la escala de Richter, y la segunda, el 23 de septiembre a las 7:52 horas, con igual magnitud.
Los estudiosos solo alegan que es una zona con alta sismicidad.
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«Treinta años demoró mi madre en edificar su casa. Otros veinte duró con pequeñas modificaciones. Ella falleció el 3 de diciembre de 2014 con la confianza de haber heredado a sus hijos un espacio al cual llegar y en el cual vivir, de ser necesario».
«Desde la tercera planta comenzamos a sentir el temblor. Fue terrible. Lo único que atiné a pronunciar fue: “Tranquilos, no pasa nada. Mi tío Mele construyó esta casa y juró que nada la derrumbaría”. Lo seguí diciendo aun cuando se venían abajo muebles y algunos muros. Y la casa de tres pisos, construida por un albañil analfabeto, pero inteligentísimo, resistió el terremoto más terrible registrado en Juchitán. Uno que derrumbó el Palacio Municipal y el templo de San Vicente Ferrer. Que tumbó escuelas y cientos de edificios más. Quedó semidestruida, inhabitable, pero en pie. Permitió que bajáramos entre escombros, asustados, pero vivos. Fue de las pocas edificaciones de esa altura que no se cayeron por completo en Guidxiguie».
Apenas fragmentos extraídos de un testimonio familiar, en el muro de Facebook de Gubidxa Guerrero, hermano de Germán Luis, uno de los damnificados de ese sismo, porque la casa de la que hablamos es la suya.
Pero la historia de Germán es más fuerte. El terremoto del 7 de septiembre, lo sorprendió en Cuba. Germán Luis es médico, es uno de los muchachos graduados en la Escuela Latinoamericana de Medicina. Es también uno de los jóvenes que realizó en Cuba la especialidad de Neurocirugía. «17 años estudiando en Cuba», nos cuenta vía electrónica.
Cuando tembló en México la tierra, estaba acá, en nuestro país, y al otro día de temblar, en medio del paso del huracán Irma, hizo su guardia en el hospital Calixto García, atendió pacientes, pensó en los suyos, y luego comenzó a buscar el modo de viajar a su país.
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El 29 de septiembre 40 cubanos viajaban a Oaxaca, México. Son colaboradores del Contingente Internacional para Situaciones de Desastres y Epidemias, Henry Reeve.
Los esperaba un panorama difícil. «Fue impresionante, muchas casas, mercados, instituciones y el propio hospital de Juchitán quedó colapsado. Ya está en proceso de demolición. Esta comunidad está próxima al lugar donde estamos enclavados y fue desplegado un Hospital de Campaña móvil del estado de Hidalgo para suplir la función de ese hospital destruido», nos comenta el doctor Rolando Piloto Tomé, jefe de la Brigada Médica Henry Reeve en ese lugar.
El especialista en Medicina General Integral y máster en Epidemiología, explica que el Hospital de Campaña está instalado en el Polideportivo Che-Nita, en la localidad de Ixaltepec, que está ubicada a cinco horas de camino de la capital del estado de Oaxaca.

«En condiciones de campaña hacen el trabajo. En apenas dos carpas grandes realizan todas las actividades: en una las consultas médicas, laboratorio clínico y ultrasonido; en la otra los internamientos de los pacientes que requieran ingreso para controlar y tratar su patología. También hemos instalado carpas para el descanso de nuestros colaboradores, para el almacén de la farmacia y para la ubicación de la cocina donde elaboramos nuestros alimentos», dice.
«Las 24 horas del día se brinda atención de urgencia y se realizan consultas desde las ocho de la mañana hasta alrededor de las seis de la tarde. Ya se han brindado 3 163 atenciones. Cuando se identifica algún caso que requiera tratamiento quirúrgico, nuestros especialistas se trasladan de conjunto con el paciente en una ambulancia del Ejército, que permanece con nosotros, hacia el Hospital Militar, y allí realizan la intervención».
También se han visitado los albergues donde se encuentran los que han perdido sus viviendas por un equipo de especialistas en MGI, Siquiatría, Sicología y Pediatría, comenta el doctor Piloto Tomé.
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No fue hasta el 23 de septiembre que Germán Luis pudo salir de Cuba rumbo a su tierra, Juchitán, a apoyar a sus hermanos, a ver con sus ojos los destrozos, a comprobar que era cierta la pérdida de ese patrimonio familiar, a sufrir el saber que la casa que le dejó su madre a él y a sus seis hermanos, que vivían allí con sus familias, será demolida en estos días, porque no aguantó la furia de la naturaleza.
Pero no tuvo mucho tiempo de entregarse al dolor, hubo otras cosas más urgentes, explica, «ayudar a sus paisanos, sanar», que es a fin de cuentas lo que le enseñó la medicina cubana.
En Cuba, antes, en los días que sucedieron al sismo, estuvo indagando si se enviarían médicos, se ofreció como voluntario, pero aún era pronto para saber.
«Imagina que el día 29 de septiembre, que fue mi cumpleaños, me enteré por mediación de dos personas de la embajada mexicana en Cuba, Patricia Von W. y Oliver Contla, que la brigada médica Henry Reeve venía para apoyarnos. Me dijeron: “acaba de llegar a Oaxaca tu regalo de cumpleaños la brigada Henry Reeve”.
Inmediatamente voy al aeropuerto de Ixtaltepec a intentar entrar y recibirlos, y luego de tanta insistencia me dejaron pasar», cuenta.
«Cuando vi que ahí venían mis profesores lloré de la emoción, porque tengo la certeza de que la brigada Henry Reeve nos va a dar salud y mejor calidad de vida. Adonde van los cubanos lo hacen siempre con amor. Lloré de felicidad porque sé lo que significa Cuba e implica solidaridad, salud, hermandad. Desde ese día me quedé a vivir con la brigada, soy el número 41, me acogieron el embajador y el doctor Piloto. Tengo tranquilidad en mi corazón».
«Ayudo a la brigada en todo absolutamente. Me conozco toda la región del istmo de Tehuantepec. Soy mil usos: chofer, guía, doy consulta médica con mis profesores. Me mantengo ocupado, y creo que así no me da tiempo de pensar en lo malo que vivimos por el terremoto. Aquí no para de temblar, todos los días al menos lo hace cuatro veces, a cualquier hora».
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El primer fin de semana, a partir de la llegada de los médicos cubanos, fueron intervenidos tres casos de traumatología por nuestros traumatólogos, pues no había sido posible operarlos, señala el doctor Piloto Tomé.
«Después, por el tiempo de ocurrido el sismo, las principales afecciones que hemos atendido han sido: enfermedades crónicas descompensadas como la diabetes y la hipertensión, los dolores osteomioarticulares y muchas personas con estrés postraumático, tanto adultos como niños, ya que después de ocurrido el terremoto han continuado las réplicas, que ya llegan a 7 000 desde el día 7 que ocurrió el primer sismo. El ginecobstetra de la brigada ya ha realizado ocho cesáreas de urgencia y tres partos complicados, reseña el especialista.
«Pero algo especial ocurrió el pasado domingo. Nuestros especialistas en Neurocirugía realizaron una intervención quirúrgica de una fractura de cráneo con hundimiento y afectación de la duramadre (la más externa y resistente de las meninges que protegen el encéfalo), que resultó ser la primera operación neuroquirúrgica en el istmo de Tehuantepec, a un paciente víctima de un accidente de tránsito», menciona el Jefe de la Brigada médica.
Los protagonistas: los doctores Orestes López Piloto, Norbery Jorge Rodríguez de la Paz y Germán Luis.
«Ese día acudieron a la brigada los médicos militares, para pedir una valoración por Neurocirugía. Cuando llegamos al Hospital Militar y diagnosticamos al paciente, en un primer momento dijeron que iban a trasladarlo hasta ciudad México, y que no contaban con instrumental adecuado para realizar la cirugía», cuentan a Granma los tres especialistas.
«Hablamos incluso con el coronel a cargo, y dijeron que no se podía realizar la intervención. Entonces, se nos encendió la chispa, pues el hospital cuenta con la especialidad de Ortopedia, y decidimos pedir si nos dejaban revisar el instrumental de la misma para ver qué podíamos hacer. Entonces buscando una pinza por acá y otra por allá, llevamos adelante la operación. El paciente lo necesitaba, porque corría el riesgo de infectarse y complicarse si se trasladaba, por el tipo de heridas que tenía.
Desde aquí son diez horas en ambulancia hasta ciudad México, y el traslado llevaría más de 24 horas», nos explican.
«Entonces juntamos algunos instrumentos y le dimos el uso de otro instrumental adecuado, y lo conseguimos. Con la habilidad y experiencia cubana logramos controlar el sangramiento», dice Germán Luis.
«Todos los médicos y el personal militar estaban atónitos, sorprendidos. Cuando logramos terminar la cirugía, que duró aproximadamente dos horas y media se soltaron con una lluvia de aplausos dentro del salón de cirugía. Todos estábamos muy felices y emocionados» afirma el joven especialista, para quien además operar junto a sus profesores cubanos fue un privilegio.
El doctor Orestes López Piloto, dice sentirse feliz de que sea justamente la gente más pobre y la más afectada, la que se beneficie de la presencia de los médicos cubanos.
Agrega que ya han logrado diagnosticar cinco tumores de hipófisis. «Existe ahora la posibilidad que nosotros lo operemos por vía endonasal endoscópica aquí en el Istmo, pues para ellos es casi imposible, el centro más cercano para estas cirugías es ciudad México a 13 horas. Acá están tratando de conseguir el material e instrumental necesario para esas operaciones, y poderlos ayudar, sino nunca se operarán, porque además es muy cara la cirugía», explica.
Enfatiza cuánto lo ha impactado conocer a personas tan nobles y sencillas. «Tienen adoración con Cuba, dicen no nos dejarán ir».
«El nivel de escolaridad de la población acá es bajo, muchos no saben leer y les cuesta entender hasta una orientación médica, pero son muy humildes y agradecidos.
No están acostumbrados a que un médico los trate como iguales y mucho menos un neurocirujano», comenta el doctor Norbery Rodríguez.
Este viernes, pasadas las 10 de la noche y casi antes de cerrar este trabajo el doctor Orestes nos escribe e informa: « Hoy volvimos a operar, esta vez a una mujer de 47 años, fue una cirugíade un tumor quístico gigante temporo_ parietal izquierdo, o tumor quístico del cerebro. Cuando salimos de la cirugía, qué nobles estas personas, qué alegría, hasta nos aplaudieron fuera del hospital, los trabajadores nos aplauden también. Ellos están muy contentos, en pleno siglo XXI, estos hospitales nunca han visto una operación del cerebro. Qué grande es Cuba, es lo que todos nos decimos».

Lo cierto es que ahí mismo, en el istmo, hay otro temblor que sacude los cimientos de la desesperanza. Es la convicción de una Isla de compartir, es el fruto de esparcir un pedazo de Cuba y su solidaridad en el mundo. Oaxaca es la prueba. La Henry Reeve, el mejor de los ejemplos.















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Lor Herrera Alvarez dijo:
21
29 de octubre de 2017
09:39:47
Gómez lopez dijo:
22
29 de octubre de 2017
15:41:43
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