ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
El ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez, durante su discurso tras la firma del acuerdo con la Unión Europea. Foto: Twitter de la Cancillería cubana 

Discurso del ministro de Relaciones Exte­riores de Cuba, Bru­no Ro­drí­guez Parrilla ante el Consejo de Ministros de Asuntos Ex­teriores de la Unión Europea, durante la ceremonia de fir­ma del Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación Cuba-UE. Bru­selas, 12 de diciembre del 2016.

Excma. Sra. Federica Mogherini, alta re­presentante para la Política Exterior y de Segu­ridad y vicepresidenta de la Comisión Eu­ropea;

Excmo. Sr. Miroslav Lajcak, ministro de Asuntos Exte­rio­res y Eu­ro­peos de la República Eslovaca, presidente semestral del Consejo;

Excelentísimos Señores Ministros de Asun­tos Extranjeros de los Estados miembros:

El Acuerdo de Diálogo Político y Coope­ra­ción entre Cuba, la Unión Europea y sus Es­tados Miembros que ahora firmaremos, se­guramente contribuirá a enriquecer una re­lación histórica y culturalmente intensa y a desarrollar en mayor medida los vínculos po­lí­ticos, cul­turales, comerciales, financieros, cien­tífi­cos, académicos, deportivos y de coope­ración.

Ello sería bilateralmente provechoso y aportaría además una modesta contribución al equilibrio, el entendimiento, la justicia y la paz en esta época convulsa, de crecientes peligros para la especie humana.

Este Acuerdo demuestra también que con buena voluntad y respeto recíproco es posible entenderse y avanzar en beneficio mutuo, por encima de las diferencias.

En enero del 2014, en La Habana, los Jefes de Estado y Go­bierno de Nuestra América, bolivariana y martiana, firmaron la Proclama de la América Latina y el Caribe como Zona de Paz, para comprometernos a que «las diferencias entre las naciones se resuelvan de forma pacífica, por la vía del diálogo y la negociación u otras formas de solución, y en plena con­sonancia con el Derecho Internacional», a coo­perar para enfrentar los retos y solucionar los problemas, a respetar «el derecho inalienable de todo Estado a elegir su sistema político, económico, social y cultural, como condición esen­cial para asegurar la convivencia pacífica entre las naciones», a cumplir nuestra «obligación de no intervenir directa o indirectamente, en los asuntos internos de cualquier otro Es­tado  y a observar los principios de soberanía nacional, igualdad de derechos  y la libre de­terminación de los pueblos», a «practicar la tolerancia y convivir en paz como buenos ve­cinos» y a respetar «los principios y normas del Derecho Internacional (…)  y los principios y propósitos de la Carta de las Naciones Unidas».  

La Proclama también insta «a todos los Es­tados miembros de la comunidad internacional a respetar plenamente esta declaración en sus relaciones con los Estados miembros de la CELAC».

Así tratamos a los demás y así queremos ser tratados. Es la base para lograr una convivencia civilizada y provechosa entre las naciones, independientemente de sus dimensiones, mo­delos sociopolíticos y niveles de desarrollo.

Un aspecto fundamental del Acuerdo que firmaremos es precisamente el compromiso con esas bases.

Cuba, desde fecha muy cercana al establecimiento de sus relaciones diplomáticas con las entonces Comunidades Eu­ropeas, en 1988, expresó su disposición a trabajar en la negociación de un acuerdo de esta naturaleza.

Fue significativo y fructífero el diálogo, veinte años después, con la Presidencia francesa de la Unión y los acuerdos o declaraciones firmadas posteriormente con la gran mayoría de sus miembros.

Llegamos a este resultado tras recorrer un largo camino y superar obstáculos que crearon desconfianza y afectaron los vínculos entre Cuba y la Unión Europea.

El Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en su trascendental discurso del 26 de julio del año 2003, expresó: «Cuando la Unión Europea se creó, lo aplaudimos, porque era lo único inteligente y útil que podían hacer como contrapeso ante el hegemonismo de su poderoso aliado militar y competidor económico (…) También aplaudimos el euro como algo con­veniente para la economía mundial frente al poder asfixiante y casi absoluto del dólar».

En esa misma comparecencia, dijo: «la so­beranía y la dignidad de un pueblo no se discuten con nadie». 

Este acto es asimismo resultado de la perseverancia y de la razón.      

Es apremiante construir un mundo democrático y multipolar para salvar a la Hu­ma­nidad.
Para lograrlo, será indispensable consagrarse a la defensa de la paz, conscientes de la conexión entre la paz y el desarrollo, del imperativo de eliminar la pobreza, de ir a las raíces de los problemas actuales, de garantizar la dignidad y todos los derechos humanos a todas las personas en el Norte y en el Sur, de detener la amenaza de las armas nucleares y del cambio climático.  

Existen oportunidades y condiciones par­ticularmente  fa­­v­o­rables, pese a la aplicación extraterritorial del persistente bloqueo estadounidense a Cuba, para que la Unión Eu­ropea y los  países que la integran tengan un peso  mayor  en nuestros planes de desarrollo. Los vínculos económicos con Europa con­tinuarán siendo para Cuba, en cualquier caso, una prioridad en la construcción de una eco­nomía socialista eficiente y soste­nible.

Como señaló el presidente Raúl Castro Ruz, en febrero del 2016, durante su visita de Esta­do a la República Francesa, estamos abiertos a la construcción de una nueva etapa en las relaciones entre la Unión Europea y Cuba, sobre bases de respeto y reciprocidad.

Deseo reconocer el empuje fraterno de fuerzas políticas, personalidades, movimientos so­ciales y organizaciones de solidaridad de Eu­ropa, así como el aporte de varios líderes y re­presentantes de gobiernos europeos, algunos que ya no están entre nosotros, en el complejo proceso de construir una mejor relación entre la UE y Cuba.

También reconocer el impulso de las compañías europeas que nos acompañaron en los momentos más difíciles.

Debo igualmente destacar el trabajo profesional y rigoroso de los respectivos equipos ne­­gociadores de este Acuerdo en par­ticular Christian Leffler y Abelardo Moreno y la posición cons­tructiva asumida por el Servicio Eu­ropeo de Acción Ex­terior y la Comisión Eu­ropea.

Me complace expresar especial reconocimiento y gratitud a la Alta Representante, estimada Federica Mogherini, por su de­cisiva contribución a este exitoso resultado.

Muchas gracias.

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