Mucho se habló, antes del asesinato del entonces presidente Muammar el Gadafi, de un país llamado Libia, con los mayores indicadores sociales del continente africano.
También se sabía, principalmente por Occidente, que esa nación era portadora del mayor reservorio de agua dulce subterránea equivalente a 10 000 y 12 000 kilómetros cúbicos; y —muy importante—, tiene el petróleo liviano de mayor calidad a nivel internacional.
Las reservas de petróleo en Libia son las más grandes de África y las novenas del mundo. La producción de petróleo fue de 1,8 millones de barriles por día en el 2006, proporcionando a Libia 63 años de reservas, como mínimo.
Gozaba para entonces de altos índices de salud, educación y demás indicadores sociales y, aunque sus componentes tribal y religioso le provocaban conflictos en varios lugares del país, no había indicios de otro tipo de confrontación y mucho menos de ingobernabilidad.
En tales circunstancias, la CIA y el gobierno de Estados Unidos estudiaron la situación libia y determinaron hacer colapsar al gobierno del presidente Gadafi, provocar con ello un alto nivel de ingobernabilidad y apropiarse entonces de los vastos recursos de petróleo y gas que allí existen.
Usando ese gendarme internacional con el nombre de OTAN, se lanzó la guerra contra Libia y se empleó para ello la exacerbación de las divergencias tribales, de manera que el país se viniera abajo.
Gadafi fue vulgarmente asesinado, la nación árabe quedó expuesta a la más absoluta vulnerabilidad institucional, y más temprano que tarde todo aquello que hacía lucir a Libia como un país viable, con avances en su desarrollo económico y social, se desvaneció, fracturándose las estructuras gubernamentales, deprimiéndose los servicios de salud, educación y otros, y convirtiendo su territorio en un verdadero escenario de carnicería humana.
En tal situación y con aquello de que “a río revuelto ganancia de pescadores”, ha sido Libia un terreno fértil para los más connotados grupos terroristas de Al Qaeda y el Estado Islámico.
De igual forma, sus costas al Mediterráneo se han convertido en puerto de embarque para cientos de miles de empobrecidos africanos, víctimas del hambre y los conflictos, que tratan de llegar a Europa en busca de una esperanza que muchas veces queda tronchada en las mismas aguas donde los traficantes humanos los hacen montar en frágiles embarcaciones.
Es una verdad a tiempo completo que Libia necesita estabilizarse y librarse de presiones, amenazas y acciones militares extranjeras.
Sin embargo, las últimas informaciones lanzadas al éter por cadenas de radio, IV extranjeras y grandes agencias de noticias, dan cuenta de un nuevo peligro para la población de ese país.
Según The Mirror, unos 1 000 militares británicos serán desplegados en Libia a fin de combatir al grupo terrorista Estado Islámico (EI).
Al respecto, la cadena libanesa Al Manar señala que alrededor de unos 6 000 terroristas del EI se encuentran desplegados en Libia y los expertos temen que este número se incremente en medio del caos generado por la intervención de la OTAN en el 2011, que provocó la caída del régimen de Muammar el Gadafi.
Por su parte, el diario norteamericano The New York Times informó que el secretario de Defensa de EE.UU., Ashton Carter, suministró a la Casa Blanca un plan detallado para llevar a cabo operaciones militares en toda Libia.
Citando a responsables anónimos, el diario neoyorquino escribe que una vez que el plan haya sido aprobado por Obama, los aviones estadounidenses atacarán campos de entrenamiento, centros de mando y depósitos de municiones del EI y asegurarán una cobertura aérea a diversas milicias apoyadas por EEUU, que integran elementos extremistas similares al EI.
Durante uno de los últimos debates electorales televisados, Hillary Clinton dijo que ella apoyaba el despliegue de las fuerzas especiales norteamericanas en Libia y favorecía la extensión de las operaciones militares de EEUU.
En lo interno de la nación árabe, hay milicias que reciben apoyo de los países occidentales como “Amanecer de Libia”, que incluye a combatientes vinculados a Al Qaeda. También están las fuerzas leales al Parlamento, situado en Tobruk, apoyadas por la CIA.
Un factor importante que pesa a favor de la intervención es el temor a que el avance del EI en Libia provoque una ola de cientos de miles de refugiados desde el norte de África hacia Europa, señalan despachos de prensa.
Por estos días, según Al Manar, decenas de policías libios murieron cuando un camión ocupado por un conductor suicida atacó la Academia de Formación de Policías en la ciudad de Zliten, al oeste del país. Se trata de uno de los ataques más mortíferos, que dejó al menos 55 muertos y más de 100 heridos.
Libia ha estado viviendo en una situación de caos desde la intervención de la OTAN que derrocó al líder libio, Muammar el Gadafi, en el 2011.
Hoy siguen sin respuestas preguntas como: ¿Existe Libia como un solo país? ¿Quién lo dirige? ¿Dónde está el poder central? ¿Quién es dueño de su petróleo y gas? ¿A quién le conviene que allí reinen el caos y la ingobernabilidad?















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El Carter dijo:
1
25 de julio de 2016
07:13:17
Dalí Respondió:
25 de julio de 2016
12:03:21
Lázaro Respondió:
31 de julio de 2016
10:31:03
cassio Respondió:
1 de agosto de 2016
04:46:32
jasj dijo:
2
27 de julio de 2016
08:46:41
OrlandoB dijo:
3
28 de julio de 2016
04:09:06
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