Por primera vez en la historia, el módulo de una sonda espacial se posó sobre un cometa. Luego de diez años y de haber recorrido 6 400 millones de kilómetros en el espacio, el robot Philae, enviado por la nave Rosetta sobre el cometa 67P/Churyumov-Guerasimenko, logró ayer su objetivo.
Los abrazos de los ingenieros del centro de control de la Agencia Espacial Europea (ESA) confirmaban a las 17:00 (hora local) el éxito de la misión.
Pero, ¿por qué este hecho es tan relevante? “Su importancia científica reside en el hecho de que nos puede proporcionar información acerca del Sistema Solar y sobre el origen del agua en la Tierra”, afirmó a El País el británico Martin Kessler, jefe de operaciones del Directorado de ciencia de la ESA.
“La nave en órbita del 67P/Churyumov-Guerasimenko supone el 80 % de la ciencia de la misión, y Philae, el 20 %. La primera nos ayuda a responder muchas preguntas científicas, pero la segunda va a realizar mediciones in situ, confirmando muchos datos del artefacto en órbita”, explica desde su despacho en el centro de la agencia en Villanueva de la Cañada, en Madrid.
Asimismo, Kessler sostiene que Philae “lleva baterías cargadas para 60 horas de trabajo científico, que está planificado.
Después, con sus paneles solares se deben cargar las baterías para seguir funcionando… hasta dos o tres meses, siempre y cuando no los cubra el polvo, o se caliente demasiado o le afecten los chorros de materia sublimada del cometa a medida que se acerca al Sol”.
Philae tomará fotos en primer plano de la superficie del cometa, analizará sus gases y su estructura interna.
Su misión también consiste en acompañar al cometa en su travesía de aproximación al Sol y documentar sus transformaciones, algo que nunca se había intentado hasta ahora.
Los cometas son los objetos más primitivos del Sistema Solar. Los astrónomos piensan que son una “caja negra” con los registros de los procesos físicos y químicos que ocurrieron durante épocas primigenias, hace miles de millones de años, cuando se estaban formando los planetas.
Se sospecha desde hace mucho tiempo que las moléculas orgánicas y compuestos ricos en carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno podrían haber llegado a la Tierra a bordo de cometas. La misión Rosetta ayudará a confirmar esa hipótesis.
Uno de los “padres” de la misión Rosetta, Roger-Maurice Bonnet, comparó el proceso con “Cristóbal Colón llegando a América”. “Lo que me parece más extraordinario es el desafío técnico, es algo absolutamente asombroso”, dijo.
Según el científico, que radica en el centro de operaciones de la ESA en Darmstadt, Alemania, “la misión es casi perfecta” porque “ya cumplió muchas cosas con las que soñaban los científicos”.
UNA DÉCADA EN EL ESPACIO
El 2 de marzo del año 2004 la sonda Rosetta fue lanzada al espacio desde la base europea de Kurú, en la Guyana Francesa, con la misión de viajar a la órbita del cometa 67P/Churyumov-Guerasimenko.
En junio del año siguiente, Rosetta toma la primera imagen del cometa Tempel 1. Meses después se encuentra con la Tierra y aprovecha su impulso gravitatorio.
En el 2007, Rosetta utiliza de nuevo la fuerza gravitatoria de la Tierra y por primera vez de Marte para continuar su viaje. En el 2011 recibe la orden de entrar en modo de hibernación y sigue su periplo con todos los sistemas casi apagados para limitar su consumo de energía.
En enero de este año, envía a la Tierra la señal de su despertar, tras 957 días “dormida”. Hasta entonces solo permanecían encendidos una computadora central a bordo y varios calentadores que periódicamente se activaban en forma automática para evitar la congelación al alejarse del Sol.
Cuatro meses después, Rosetta comienza a aproximarse a su objetivo, el cometa 67P/ Churyumov-Guerasimenko.
El 6 de agosto la sonda de la ESA se encuentra con el cometa, a una distancia de unos 100 kilómetros. Entonces viajaba a una velocidad de 775 metros por segundo.
Ya en octubre, la ESA confirma que el 12 de noviembre el módulo Philae aterrizaría en el “punto J”, el lóbulo más pequeño del cometa, bautizado como Agilkia.
Este miércoles, hemos sido testigos de un hito en la historia de la navegación espacial que nos podría ayudar a desentrañar los misterios del origen del Sistema Solar y las claves de la aparición de la vida en la Tierra.















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