
La ayuda oficial al desarrollo (AOD), una demanda de foros internacionales como vía para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), permanece marcada por los incumplimientos de muchos donantes y las críticas de quienes cuestionan su efectividad.
Tres décadas después de que los países más ricos del orbe acordaran asistir con el 0,7 % de su Producto Interno Bruto (PIB) a las naciones en vías de desarrollo, ese objetivo permanece pendiente y se vuelve más lejano en medio de recortes y ajustes presupuestarios.
Aunque la meta de apoyo oficial quedó fijada desde 1980 en el seno de la Organización de Naciones Unidas (ONU), solo Suecia, Luxemburgo, Noruega, Dinamarca, Suecia y los Países Bajos han alcanzado los niveles pactados entonces.
En el 2015 vencerá el plazo para lograr los ODM, entre ellos el de reducir a la mitad el número de pobres existentes en el planeta, y todavía la AOD parece una utopía a la hora de lograr cifras que realmente contribuyan con ese propósito.
Un informe difundido recientemente por la organización internacional The One Campaign reveló que la mayoría de las naciones donantes más ricas del mundo incumplieron sus promesas en el 2013, y solo un tercio del dinero fue a los países más pobres.
El estudio refirió que los aportes de los 28 miembros del Comité de Ayuda al Desarrollo crecieron el 5,3 % interanual y alcanzaron un récord de 131 200 millones de dólares tras dos años consecutivos de declive.
Pero esa cifra, vista en términos generales, oculta el hecho de que muchos donantes se quedaron por debajo de su compromiso inicial, como es el caso de Estados Unidos, que solo entregó el 0,19 % de su PIB.
Al mismo tiempo, Francia, Canadá y Australia, e incluso los propios Países Bajos, mostraron disminuciones significativas en sus partidas de asistencia, en medio de recortes generalizados en el gasto público.
Según la entidad no gubernamental, 17 integrantes del Comité aumentaron su respaldo monetario al extranjero, pero, a pesar de ese incremento, el volumen total de la AOD representó solo el 0,29 % de la riqueza nacional de esos Estados, muy por debajo de lo fijado en la ONU.
En el caso del grupo de las siete economías más industrializadas, solo el Reino Unido cumplió en el 2013 la meta del 0,7 % del PIB, gracias a un incremento de 3 950 millones de dólares en el financiamiento dirigido al desarrollo.
Al mismo tiempo, The One Campaign denunció que solo un tercio de las donaciones fueron a los territorios más atrasados, la mayoría de los cuales se encuentran en el África subsahariana, a pesar de que se estableció que las naciones de mayor pobreza deben recibir el 50 % de las contribuciones.
Si los donantes no dan un paso al frente y destinan al menos la mitad de su ayuda a los países que la necesitan más, existe el peligro de que los más pobres del mundo se queden detrás, expresó Sara Harcourt, directora de política de la organización británica y una de las autoras del informe.
El futuro, sin embargo, no se muestra muy alentador en cuanto a un incremento de la AOD, cuando las medidas de austeridad que se aplican en diversos países repercuten en los montos dirigidos al exterior.
De hecho, la confederación internacional Oxfam Intermón denunció recientemente que en España esa área del presupuesto nacional tendrá niveles mínimos para el 2015, solo el 0,17 % del PIB.
La institución apuntó que el dinero reservado al apoyo humanitario y de emergencia se queda congelado en 17 millones de dólares, lo cual vuelve imposible que el territorio europeo pueda hacer frente a las inmensas necesidades de Siria, Gaza, República Centroafricana o Sudán del Sur.
Pero más allá de que la mayoría de las naciones ricas incumplan sus compromisos de AOD, ese tipo de asistencia internacional ha sido objeto de las críticas de especialistas y organizaciones dedicadas a analizar el tema, tanto por el modo en que se administra como por las condicionantes que supone.
De acuerdo con el húngaro Peter Bauer, quien fue un experto en temas de desarrollo, la AOD es una forma de cobrar impuestos a los pobres de los países ricos para dárselos a los ricos de los países pobres.
Por su parte, la economista zambiana Dambisa Moyo ha expresado que la idea de que la ayuda ha sido útil para aliviar la pobreza sistemática es un mito, pues a raíz de ese tipo de asistencia la miseria se ha incrementado en lugar de acabarse.
El ciclo de ayuda y pobreza es permanente: en la medida en que las naciones pobres se centren en recibir ayuda, no trabajarán en la mejora de sus economías. La discusión, ahora, debe ser cuándo acabar con la ayuda y cuál es la mejor forma de hacerlo, escribió en un libro titulado Dead Aid.
De cualquier modo, la AOD sigue siendo considerada por gran parte de la comunidad internacional como un elemento clave para mejorar las condiciones de vida en todo el orbe, y los 134 000 millones de dólares entregados en el 2013 aún no resultan suficientes para lograr ese propósito.
Por eso el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, pidió en abril pasado, durante una reunión de alto nivel celebrada en México, destinar más fondos al desarrollo y, al mismo tiempo, aumentar la implicación nacional, la rendición de cuentas y la flexibilidad en la forma en que se proporciona la ayuda. (Fragmentos tomados de PL)















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Marta dijo:
1
12 de noviembre de 2014
05:38:37
Oscar dijo:
2
12 de noviembre de 2014
05:53:37
Francisco Valdés Medina dijo:
3
12 de noviembre de 2014
09:11:48
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