ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
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Varias informaciones y post, de esos que siembran y hacen florecer aliento, gratitud y optimismo, han saltado a mi vista en los etéreos predios de las redes sociales y en sitios digitales oficiales.

Hablo de convocatorias recién lanzadas para promover apoyo a las familias damnificadas por el huracán Melissa, por parte de proyectos e iniciativas liderados por personas que residen en distintas partes del mundo, incluso dentro de territorio estadounidense.

Acude a mi memoria una, cuyo texto subraya que el azote de ese poderoso organismo «ha dejado una estela de dolor y penurias. Los damnificados son cientos de miles, familias como la tuya y como la mía. Ellos, en este momento de desesperación y pena, esperan ¡y recibirán! el apoyo de gente compasiva y humana de cualquier lugar del mundo».

Conocido es, también, que cubanos residentes en México acopian alimentos y medicinas para enviar, en el contexto de un empeño que pretende sumar a cuantos mexicanos tengan voluntad humanitaria para cooperar, tal y como ha sucedido en innumerables ocasiones.

¿Cuántos cubanos residentes en otras latitudes están obrando en este mismo minuto para concretar acciones similares, e incluso personas de otras nacionalidades? Nadie lo dude: muchos.

Como se sabe, la primera mano internacional que se extendió hacia nosotros fue la de la Cruz Roja China.

Desde entonces han sido crecientes el ofrecimiento de asistencia o su arribo físico a territorio nacional. Conforme a su histórica hermandad, la República Bolivariana de Venezuela ya puso en Santiago de Cuba 26 toneladas de socorro humanitario, mientras prepara el envío, por mar, de unas tres mil toneladas más.

En Colombia anida igual voluntad, según le expresó su presidente Gustavo Petro a Manuel Marrero Cruz, primer ministro cubano.

Del mismo modo lo transmitió su Alteza Real Mohamed bin Salman bin Abdulaziz Al Saud, primer ministro de Arabia Saudita, dispuesto a concretar el envío «de una importante ayuda para contribuir a la recuperación de los daños provocados por el huracán».

Consta también el anuncio hecho por el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, para liberar cuatro millones de dólares del fondo de emergencia humanitaria, con destino a Cuba y Haití, en tanto las organizaciones panamericana y mundial de salud realizan contribuciones.

Acerca de cómo arribaron esos donativos o del modo que llegarán en su momento, no hay duda, como tampoco en torno al propósito o a la esencia claramente humanitaria de ellos. No es la primera vez.

Agradezcamos, por tanto, tales gestos y expresiones, procedentes de cardinales puntos del mundo, porque esa, nadie lo dude, es una ayuda sincera, verdadera, muy similar a la que Cuba le ha ofrecido al propio mundo en múltiples ocasiones.

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