El 14 de abril del 2002, hace ahora 10 años, murió Bilito.
Bastaba llamarlo así para que muchos supieran que se trataba del
doctor Baudilio Castellanos, uno de los jóvenes más destacados que
acompañó a Fidel en las luchas estudiantiles desde las aulas de la
Escuela de Derecho de la Universidad de La Habana, durante unas de
las etapas más turbulentas del estudiantado frente a gobiernos
desmoralizados en las décadas del 40 y 50 del pasado siglo.
Entre los episodios más dignos y valientes de la época no debe
olvidarse nunca la protesta encabezada por Fidel Castro contra un
hecho bochornoso protagonizado por marines yanquis borrachos que
mancillaron la estatua de José Martí en el Parque Central orinándose
en ella. Acto abominable que tuvo una respuesta contundente, pues el
hecho fue captado por el reportero grafico Astudillo y apareció
publicado en la primera pagina del periódico Alerta. El episodio
ocurrió el 11 de marzo de 1949.
Fidel, junto a Bilito y otros compañeros, como Alfredo Guevara y
Lionel Soto, respondían a la indignación nacional atacando sin
armas, a riesgo de perder la vida, la antigua embajada
norteamericana y la policía no se hizo esperar y arremetió contra
ellos violentamente.
Baudilio Castellanos, estudiante brillante, nunca desmayó en
futuros combates. Además, su expediente académico le valió un Premio
que lo validaba para obtener directamente, ya graduado, un puesto de
Abogado de Oficio en la Audiencia de la antigua provincia de
Oriente, de donde procedía. Y fue allí pocos años después cuando
nuevamente demostró su patriotismo y valentía. Le bastó conocer por
la radio la mañana del 26 de julio de 1953, en su casa de Santiago
de Cuba, cuando le nacía una hija, que un grupo de jóvenes había
asaltado el Moncada para él suponer que, con certeza, Fidel estaba
entre ellos. No titubeó en dirigirse al Vivac donde llevaron a los
primero detenidos, después de la matanza de aquel día. Entre los
detenidos estaba Raúl que se hizo responsable del asalto cuando se
desconocía si Fidel estaba vivo o no. El doctor Baudilio Castellanos
se presentaba en aquel Vivac como el abogado de los jóvenes allí
detenidos, incluidas las dos mujeres, Haydée y Melba.
Durante el juicio, su desempeño en la defensa, como representante
de los detenidos resultó una de las más contundentes después de los
alegatos del doctor Fidel Castro, en su condición de principal
encartado y de abogado que asumía su propia defensa desde el 21 de
septiembre de aquel año de 1953, en la Sala del Pleno de la
Audiencia, hasta el 16 de octubre cuando pronunciara su alegato
conocido como La Historia me Absolverá en la Sala de la
Estudio de las enfermeras en el Hospital Civil.
Incomunicado Fidel, desde que fue hecho prisionero por el
pundonoroso teniente Pedro Sarría, el 1 de agosto y trasladado a la
cárcel de Boniato, Bilito solo pudo entrevistarse con el joven Raúl
Castro para preparar la defensa. En síntesis, Raúl le manifestaría
que la defensa estaba clara, pues ellos declararían su autoría en
que iban a acusar a la dictadura y denunciar los crímenes cometidos
contra sus compañeros. Pero, la situación agresiva que existía hacía
difícil la labor de un abogado de oficio que, como el caso de Bilito,
estaba de total acuerdo con los principios que sustentaban los
acusados y en ningún momento se consideró un mero defensor "de
oficio".
Años más tarde también Bilito, sería uno de los defensores del
juicio por los sucesos del 30 de noviembre, antesala del desembarco
del Granma. Orador notable, de buen timbre e ideas justas de
revolucionario, su voz se hizo sentir en aquel proceso al igual que
ocurrió en la Causa 37 incoada por el asalto al Moncada.
Baudilio Castellanos después formaría parte de la dirección
provincial del Movimiento 26 de Julio en Oriente, y laboraría en
disímiles y complejas tareas clandestinas allí y en otras ciudades.
Al triunfo de la Revolución, asumió diversas tareas. Estuvo al
frente de la fundación del Instituto Nacional de la Industria
Turística, como director, bajo la presidencia de Fidel, entonces
Primer Ministro del Gobierno Revolucionario, fue Embajador de Cuba
en Francia, labor que desempeñó por un largo período de tiempo. La
muerte lo sorprendió realizando funciones de extraordinaria
importancia en el Ministerio de la Industria Básica.