ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
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La República Popular China llega a su aniversario 76 este 1ro. de octubre. Aquel histórico momento, cuando el líder Mao Zedong proclamó la fundación de la nueva República en la Plaza de Tiananmen, en 1949, significó la victoria antimperialista y el inicio del renacimiento nacional.

Aunque innumerables estampas de la nación surgida de esa épica pueden escogerse, tres escenarios diferentes aportan hilos conductores para acercarnos al gigante asiático en su visión revolucionaria, su incesante innovación y su lucha por la soberanía.

REVOLUCIONARIA

Tractor Dongfanghong en el Museo del Partido Comunista de China. Foto: Yesey Pérez López

La primera imagen contiene significados que van desde las raíces históricas hasta la modernidad y el respeto por los éxitos alcanzados.

Dongfanghong o «El Este es Rojo» es la marca del tractor en la fotografía, inspirada en la canción del mismo nombre, que homenajeaba a Mao y encarnaba el ideal de un país que trazaba su propio futuro.

Hacia finales de los años 50, el campo y la alimentación eran prioridades nacionales. El nacimiento de ese primer tractor chino, el 20 de julio de 1958, demostró e impulsó la capacidad revolucionaria de transformación agrícola e industrial.

No se encuentra en un lugar casual: está en el Museo del Partido Comunista de China (pcch), en Beijing. Su presencia demuestra la importancia de este hito en la modernización del país. Y aunque está exhibido en un contexto histórico, sus modernos descendientes continúan produciéndose en las instalaciones del Grupo yto, en la provincia de Henan.

La industrialización de China ha alcanzado, solo en décadas, lo que en contextos occidentales fue realizado en más de un siglo, como han destacado informes recientes.

En esos y otros resultados es posible encontrar la razón de que la tasa de contribución anual promedio del gigante asiático al crecimiento económico global llegue al 30 %, confirmando la trascendencia del desarrollo chino para el resto del mundo.

INNOVADORA

Parque solar fotovoltaico en el condado de Keping, Xinjiang. Foto: Pérez López, Yesey

La segunda imagen es un parque solar fotovoltaico en el condado de Keping, en la región autónoma uigur de Xinjiang.

De acuerdo con cifras oficiales, el pasado año, la generación de nuevas energías –incluye la solar y la eólica– en esta región aumentó un 30 %, con respecto a 2023.

Los indicadores demuestran el avance a nivel nacional. En agosto, el Consejo de Electricidad de China (cec) informó que en el primer semestre de 2025 casi se duplicó la capacidad de energía solar y eólica del país, comparado con igual periodo de 2024. La capacidad eléctrica añadida, proveniente de estas fuentes, ascendió a 290 millones de kilovatios (kW), de los cuales 210 millones de kW corresponden a instalaciones solares.

En ruta hacia su meta de neutralidad de carbono en el año 2060, China ha creado un modelo único de desarrollo para las nuevas energías, que incluye un entorno integral –y soberano– con todos los componentes de la cadena tecnológica e industrial: desde el diseño hasta la instalación y mantenimiento.

Gracias a la fortaleza de este sistema, es posible establecer nuevos propósitos: la pasada semana se anunció el objetivo de reducir entre 7 % y 10 %, en la próxima década, las emisiones de gases de efecto invernadero.

Estas transformaciones son un ejemplo de la puesta en práctica de políticas que se extienden a toda la economía y la sociedad.

Volvemos a la foto y al lugar en el que fue tomada, porque hace solo unos días se celebró el aniversario 70 de la fundación de la región autónoma uigur de Xinjiang.

Allí, el 24 de septiembre, el presidente Xi Jinping destacó los cambios trascendentales que han tenido lugar e instó a desarrollar una región socialista moderna, distinguida por la unidad, la prosperidad, en un contexto en el cual la gente viva y trabaje en paz y con satisfacción.

De esta forma, la innovación y nuevas metas caracterizan a la China contemporánea, sin perder de vista la prioridad que constituyen las transformaciones para el bienestar de su pueblo.

SOBERANA

Gran Muralla China en Juyongguan o Paso Juyong. Foto: Yesey Pérez López

La última fotografía del imaginario recorrido nos devuelve a los inicios.

La Gran Muralla China es un símbolo del gigante asiático que ha trascendido milenios, fronteras y leyendas. Además de ser una formidable defensa, también facilitó las comunicaciones, al constituir en sí misma una ruta que se extiende por montañas y valles.

La nación preserva con orgullo este monumento y lo muestra al mundo, como ejemplo de lo que sus ancestros fueron capaces de lograr. En sus valores es posible encontrar las esencias de China, soberana y fuente de estabilidad para un mundo cada vez más incierto.

Ese mismo empeño ha llevado a proponer alternativas e iniciativas que miran hacia el futuro. Son caminos que se han extendido más lejos que la propia vista, al igual que la muralla se funde con el horizonte.

La Iniciativa de la Franja y la Ruta ha permitido que China haya llevado más allá de sus fronteras la visión de cooperación y ganancias compartidas con otras naciones. Además, las Iniciativas de Desarrollo, Seguridad, Civilización y Gobernanza aportan un marco para un mundo en el que, entre otras prioridades, exista un verdadero multilateralismo.

Son expresiones diferentes de un mismo principio: el país soberano, que defiende sus esencias y, al mismo tiempo, tiende rutas para el diálogo.

El mundo es testigo de la sorprendente transformación del gigante asiático en su camino de renovación, llevando a cabo el proceso de Reforma y Apertura, conducido por el pcch.

Así lo predijo Fidel en 2009: «China será, con su acelerado desarrollo, la mayor potencia económica de la tierra, un bastión ineludible del comercio mundial y punto de apoyo para los países del Tercer Mundo, que han sido discriminados y explotados por las potencias capitalistas más ricas».

El camino revolucionario, consolidado con la innovación y sostenido con la soberanía, no solo ha transformado el destino de China, también aporta a la construcción de un nuevo orden internacional.

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