BEIJING-. En uno de los pasillos de la Universidad de Estudios Internacionales de Beijing (BISU), la bandera de la estrella solitaria comparte espacio con un centenar de enseñas nacionales que representan los nexos de colaboración de esta casa de altos estudios.
La BISU abre las puertas a alumnos de numerosas regiones para su superación y desarrollo. Formarse aquí implica el reto de la adaptación a un sistema educativo basado en una cultura milenaria, creando conocimientos y experiencias que puedan multiplicarse y extenderse a otros contextos.
La búsqueda del crecimiento profesional y humano también contribuye a la construcción de una comunidad de futuro compartido entre Cuba y China.

Es el propósito que trajo a Taimi Vidal Alfonso desde Matanzas hasta Beijing, en la ruta que inició en septiembre del pasado año y se extenderá hasta julio del 2026 como parte de los estudios de maestría en Administración de Empresas.
Su experiencia da rostro a la colaboración que permite la formación de profesionales cubanos en el gigante asiático y a los nuevos caminos para los vínculos entre nuestros países.
¿Qué te sorprendió en los primeros días? ¿Cuáles fueron los mayores retos? ¿Cómo lograste superarlos?
Me encontré con una cultura diferente donde las personas se saludan distinto a Cuba y, por lo general, son muy serios. Con un idioma complejo, del cual no tenía idea, y también me afectaba la distancia de mi familia.
Lo que más me sorprendió fue el adelanto tecnológico. Todo está implementado sobre la base de sistemas que son parte de la vida cotidiana. Es increíble cómo hasta las personas de mayor edad tienen un dominio avanzado del uso de las tecnologías.
Tener la oportunidad de pertenecer a un grupo con miembros que provienen de más de 10 nacionalidades me hizo sentir muy bien porque las diferencias, más que un problema, se convirtieron en nuestro rasgo distintivo.
El contacto con nuestra Embajada también es muy útil. Participo en las actividades que convocan y he tenido intercambios con el Embajador, quien mantiene un estrecho vínculo con los estudiantes. Realmente, los miembros de la misión cubana son como familia.
He aprendido que China no solo es una potencia económica y tecnológica, sino también un país profundamente humano, con gente amable, curiosa, trabajadora, que siempre está dispuesta a ayudar. He descubierto la calidez de las personas, la belleza de las tradiciones, su respeto por la historia y, al mismo tiempo, su apertura al futuro.

¿Qué herramientas te ha aportado la maestría para entender y facilitar los nexos económicos entre ambos países?
He profundizado en el entorno empresarial chino, desde su cultura de negocios, donde el guanxi (relaciones personales) y la planificación a largo plazo son fundamentales, hasta su marco regulatorio y tendencias de mercado, que son esenciales para la inserción de empresas cubanas.
El programa me ha aportado metodologías para evaluar oportunidades en sectores priorizados como biotecnología, turismo o energías renovables, así como técnicas de negociación intercultural que ayudan a cerrar brechas.
He aprendido el uso de plataformas de e-commerce (WeChat, Meituan, etc.) para promover exportaciones y en gestión logística para optimizar cadenas de suministro.
En el ámbito financiero, nos han ofrecido una aproximación a las formas de inversión china, así como al funcionamiento de los fondos de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, que podrían financiar proyectos en nuestro país.
Por último, la red profesional construida durante este tiempo con empresarios, académicos y funcionarios sirve como puente para facilitar alianzas.
Luego de este tiempo de estudios, ¿cuáles consideras que son valores que debemos potenciar para fortalecer los nexos entre Cuba y China, sobre todo en tu área de estudios?
China es un líder en innovación, velocidad ejecutiva y adopción de tecnologías. En Cuba debemos promover una mentalidad flexible en nuestros profesionales y empresarios, capacitándolos en modelos ágiles y fomentando la formación técnica en áreas donde China tiene ventajas competitivas – por ejemplo, inteligencia artificial. Además de los históricos lazos, el desarrollo futuro requiere de relaciones basadas en el profesionalismo mutuo.
Debemos impulsar no solo el estudio del inglés sino también del chino mandarín y los intercambios académicos, la realización de eventos y los programas de posgrado. En este ámbito, en la cultura china, no hay nada más importante que la disciplina y la constancia.

¿Qué te acompañará siempre, a nivel personal y profesional, después de tu experiencia estudiando la maestría?
En un mundo cada vez más global, esta experiencia me ha enseñado a ser más empática, más tolerante y más consciente de la importancia del entendimiento entre culturas. Ha ampliado mi visión en el ámbito de los negocios, me ha abierto un sinnúmero de posibilidades y aristas.
Como profesional me llevo un montón de nuevas herramientas, sobre todo relacionadas con el uso de la inteligencia artificial y, por supuesto, el aprendizaje del idioma.
Me llevo también los amigos de China y del mundo, el recuerdo de mi primera vez patinando y esquiando, cuando bailé música cubana sobre un escenario aquí, la visita a una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno: la Gran Muralla China… Lo que mis compañeros y yo hemos vivido nos forma como profesionales y mejores seres humanos.
Siento un profundo compromiso de compartir con los cubanos y con el resto del mundo lo que he aprendido y aprenderé de esta milenaria cultura. Sin dudas, China no solo tiene una rica historia sino que, como decimos en Occidente, viven en el futuro.
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