JIANGSU – Las conexiones que hacen de nuestro mundo una aldea cada vez más global han contribuido a que los valores autóctonos tengan mayor visibilidad.
Hoy es posible conocer fácilmente sobre aspectos tangibles o intangibles que distinguen un territorio, aunque se encuentre a miles de kilómetros de nosotros.
Desde tiempos remotos, la cultura de China ha enriquecido el desarrollo y tradiciones mundiales, aportando historias, símbolos y producciones como el papel, la pólvora, la brújula, entre otros.
En el gigante asiático existen numerosas tradiciones locales que también ganan nuevos espacios. Son autenticidades que están contribuyendo a dinamizar las relaciones entre el patrimonio, la gestión del medio ambiente, el turismo y la economía local.
Es el caso de Liyang, ciudad de la provincia china de Jiangsu que se distingue por su entorno natural privilegiado, ubicado entre las montañas y el lago Tianmu.
Pudiera parecer otro destino pintoresco de las múltiples rutas que existen en China. Pero Liyang guarda, a la vista de todos, un secreto: ha convertido su patrimonio en un modelo de gestión, donde los elementos cuentan múltiples historias.
EL AGUA COMO RAÍZ
El lago Tianmu, de alrededor de 300 kilómetros cuadrados, es protagonista del paisaje y resulta clave en el manejo sostenible de la zona. A su alrededor, en un complejo turístico con su nombre, se localizan hoteles, instalaciones recreativas y parques temáticos.
Entre ellos se encuentra el Parque Natural del Lago Tianmu. Se trata de un espacio con diferentes instalaciones que aprovechan las bondades de su entorno. Sin embargo, sus valores van más allá del atractivo natural, que por sí solo sería suficente para generar interés.
El parque incluye rutas y espacios dedicados a tradiciones locales, dando la posibilidad de que sus visitantes puedan crear sus propias experiencias.

El té, que se expandió desde el gigante asiático hasta nivel global, es uno de sus ejemplos. Alrededor del lago se cultivan varios tipos de la hoja aromática: de ciprés, negro y blanco. La modalidad de esta última que se obtiene aquí –té blanco del Lago Tianmu- es una bebida conocida internacionalmente.
El parque cuenta con un área dedicada a la historia, producción y trascendencia de la infusión, en instalaciones como la Villa del Té Jiangnan, la Casa del Té Blanco Qiancaixun y un jardín de la Cultura del Té Chino.
En todas se evoca la importancia del agua, recordando a los visitantes que este recurso es esencial para la cultura y el medio ambiente.
Quizás por ello, aquí se dice que el agua es la madre y el juego de té –es decir, la vajilla y otros instrumentos empleados para su elaboración y consumo- es el padre de esta bebida.

LA SOPA QUE FORMA PARTE DE LA IDENTIDAD DE UNA CIUDAD
El Hotel Tianmuhu, ubicado en las márgenes del lago, aporta otro capítulo de esta historia de relaciones.
Bien podría pensarse que al referirnos a una instalación de este tipo hablaremos de sus comodidades y servicios. Sin embargo, el hotel ha trascendido gracias a una receta típica: la sopa de cabeza de pescado en olla de barro.
La receta fue creada por el chef Zhu Shuncai, luego de años de investigación, empleando ingredientes autóctonos que incluyen pescado y agua del lago Tianmu.

Este plato ha aportado impulso a la gastronomía, el turismo y la economía local, en un experiencia donde el arte culinario ha dado mayor visibilidad a la ciudad.
La receta ha estado presente en múltiples ocasiones y ha sido disfrutada por líderes nacionales y extranjeros. El chef Zhu continúa trabajando y contribuye a la preservación de un sabor cuya relevancia actual, quizás, nunca imaginó.
El hotel tiene su propia sala de historia donde se muestran detalles relacionados con la sopa, como las diferentes ollas en las que se ha servido, entre otros aspectos interesantes.

En la ciudad es posible encontrar las referencias al plato. Desde un complejo escultórico hasta un puente: es parte de la identidad local.
El té y la sopa de cabeza de pescado están presentes en eventos, como el Festival de la Primavera, facilitando su conocimiento y disfrute, al mismo tiempo que se impulsa la conciencia sobre la conservación de la zona.
El resultado es un destino que ofrece autenticidad, donde los visitantes no son simples espectadores sino partícipes de una experiencia cultural genuina.
Liyang demuestra que es posible encontrar el punto justo de diálogo entre pasado y presente, cuando se habla el lenguaje del manejo sostenible y el respeto a las tradiciones.

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