Un niño observa atentamente dos lámparas; una de ellas, con forma de oso panda, capta su atención. Con curiosidad, se acerca y camina alrededor, explorando cada detalle.
En la felicidad de su infancia se pregunta qué es esa luz que perece casi en sus manos. Tal vez le sorprenden los animales luminosos.
En sus ojos brilla la alegría mientras pasea, toca las lámparas y se imagina las historias que podrían contar o los secretos que guardan.
¿Pensará que está en un sueño?
Su mente dibuja fantasías, sin saber que recorre lazos entre culturas. Sus pasos lo llevan a un viaje por el jardín, que ha reunido representaciones de los 12 animales del horóscopo chino, acompañados por osos pandas.
Continúa en su propia aventura mientras, a su alrededor, otros visitantes se sorprenden con la muestra, caminan entre ella y disfrutan la fresca noche.
Es la inauguración de la primera exposición de lámparas chinas en la Fiesta de los Faroles. El clásico Hotel Nacional acoge la muestra, fruto de la colaboración entre la Embajada de China en Cuba y la Bienal de La Habana.
Un cartel da la bienvenida. «Nihao China», dicen sus letras iluminadas, alegres como el «hola» que significa el saludo.
Frente a él, saludan a los visitantes, Hua Xin, embajador de la nación asiática en Cuba, Daneysi García Roque, presidenta interina del CNAP y Nelson Ramírez de Arellano, director del Centro de Arte Contemporáneo «Wifredo Lam» y de la 15 Bienal de La Habana.
Minutos antes, en la ceremonia inaugural, los tres habían dado la bienvenida y resaltaron la importancia de la exposición.
«Integramos el año nuevo chino a la Bienal de La Habana, un importante evento cultural cubano y combinamos tradición y modernidad», subrayó el Embajador.
Daneysi García se refirió al fortalecimiento de las relaciones culturales entre Cuba y China. Enumeró acciones de intercambio llevadas a cabo por estudiantes y artistas, representantes de sus respectivas nacionalidades.
Describió la significación del Festival de los Faroles para la reunión familiar y la esperanza, así como el simbolismo de las luces en la guía de cada persona. «Así son las relaciones entre Cuba y China: ejemplo de cooperación entre dos países con geografías distantes, pero con objetivos comunes de desarrollo. Que esta ceremonia simbolice la alianza que continúa evolucionando, adaptándose a los desafíos globales y fortaleciendo los lazos de amistad entre ambos pueblos».
Nelson Ramírez de Arellano destacó el placer de «contar con una exposición de linternas tradicionales chinas, que recientemente han sido declaradas como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, como parte inseparable de la visualidad del Festival de Primavera»; ponderó el evento como oportunidad para el diálogo entre las culturas y destacó el camino abierto para futuras interpretaciones de esta tradición por parte de los artistas.
Ahora, los tres llevan en sus manos pequeñas serpientes de peluche, símbolos del año nuevo que comenzó el pasado 29 de enero. Es una velada simbólica con la sabiduría, el deseo de abundancia y la capacidad de reinvención asociadas a la serpiente.
Las lámparas asombran a los invitados: artistas, cuerpo diplomático, medios de prensa y visitantes. Se ha transformado el Hotel Nacional añadiendo mitología y simbolismo a su histórico contexto, enriquecido con esta metáfora de la transformación a la que nos invita el Año de la Serpiente.
Mientras, el niño que todos llevamos dentro sigue caminando, queriendo tocar la luz y riendo ante el tigre, el perro o el dragón que han encontrado su lugar en este jardín y en cada sueño de inocencia.




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