Calle Málaga, el debut de la cineasta marroquí Maryam Touzani, se presenta como una de las propuestas internacionales más destacadas del 46 Festival. La película, que ha acumulado premios en Venecia, Mill Valley y Mar del Plata, es también la candidata marroquí al Oscar a Mejor Película Internacional.
Tras tales éxitos se erige la historia de la anciana María Ángeles –interpretada magistralmente por Carmen Maura, una de las chicas que acompañó en ocho películas al director español Pedro Almodóvar– que vive en la ciudad de Tánger (Marruecos).
Su hija Clara (Marta Etura) la visita, luego de mucho tiempo, con un cruel propósito: presionarla para que venda la casa y paliar sus problemas económicos tras divorciarse.
En principio, la película aplica la tan sabida premisa de que una madre es capaz de hacer cualquier cosa por sus hijos. Si bien María Ángeles intenta agotar todos los recursos posibles para evitar la venta, cede a la petición de su hija.
Sin embargo, la octogenaria protagonista no se rinde, y se niega a pasar los últimos años de vida lejos de su apartamento en la calle Málaga, junto a las pertenencias que tanto amó, y que fueron vendidas por su hija.
Valiéndose de su ingenio –mezcla de dignidad, humor y vulnerabilidad– urde un plan para recuperar su residencia y, lo que es más importante, su autonomía. En este camino conocerá a un anticuario interpretado por Ahmed Boulane. Entre ambos, a pesar de los contratiempos iniciales, surge una conexión especial.
La vida no termina en la vejez, y esta idea constituye un tema poco visible en las producciones contemporáneas; muy al contrario, Carmen Maura demuestra, desde un papel que parece hecho a su medida, que los adultos mayores tienen el derecho de vivir sus propios deseos, el placer y la intimidad.
En este aspecto, es notable que Calle Málaga presenta la sexualidad como elemento propio de la narración, con naturalidad, respeto y hasta cierta ternura, sin caer en el sinsentido de las escenas eróticas gratuitas que inundan el cine.
Quizá esta producción, «oda a los espacios físicos que nos sostienen» (Guy Lodge, semanario Variety) y a «envejecer sin rendirse a la edad, a vivir la vida tal como debe vivirse» (Pette Hammond, revista Deadline) podría haber profundizado más en los personajes secundarios y en los motivos del distanciamiento materno-filial.
En ocasiones, los buenos filmes ofrecen temas musicales que acompañan al público por mucho tiempo. Toda una vida, interpretada por la española María Dolores Pradera, es otro de los regalos de Calle Málaga: una vieja canción cuya melodía parece flotar desde el tocadiscos de la protagonista, y transporta al espectador a ese apartamento tan lleno de luz, memorias… y vida por vivir.










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