ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Personajes como Elpidio Valdés forman parte indeleble de la identidad cultural cubana. Foto: ICAIC

Es difícil que lo amado en la infancia nos abandone completamente a lo largo de la vida, y mientras mayor sea la distancia entre aquellos años y el presente, mayor será la nostalgia. Los dibujos animados cubanos merecen un lugar especial, no solo por su calidad intrínseca, sino por la capacidad de encapsular momentos.
Hace aproximadamente una década, cuando los servicios de streaming comenzaban a dominar las pantallas a nivel global, en Cuba aún era un ritual cotidiano que los niños disfrutasen –no sin antes hacer las tareas– de las tandas de animados transmitidas por los canales Cubavisión y Multivisión.
Fue a través de esa ventana televisiva que todo un país conoció a personajes inolvidables: Elpidio Valdés, Chuncha, Matojo, Fernanda, Cecilín y Coti, Guaso y Carburo, entre muchos otros, gracias a la firma –y el despliegue artístico– de grandes creadores como Eduardo Muñoz Bachs, Hernán Henríquez, Juan Padrón y Mario Rivas.
Ha sido Animados Icaic la entidad que respalda esas creaciones, y a la que también celebra la 46 edición del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, pues este año –el 15 de enero– se cumplieron 65 años de su fundación.
Con el panel 65 años: El presente de una historia, la fiesta del cine homenajeó a los estudios, mediante las intervenciones de los productores Aramis Acosta Caulineau y Ernesto Padrón Blanco; Aracelys Bedevia Santoyo, directora de la revista Pionero, y Paola Becco, directora del Festival Internacional de Animación smof.
En el encuentro, Padrón –hermano de Juan, creador de Elpidio Valdés– disertó sobre el largometraje Vampiros en La Habana, obra cumbre de la animación en el país y a nivel mundial; a la que también se le rendirá tributo, por sus cuatro décadas, con una exposición de carteles en el capitalino cine La Rampa.
Aracelys Bedevia recordó que Elpidio Valdés apareció por primera vez en las páginas de Pionero, pero fue su salto al cine en 1974 lo que lo convirtió en un ícono de la identidad nacional.
La voluntad de crear animación existió desde la fundación misma del Icaic: primero se creó un Departamento de Marionetas, dedicado a la técnica de stop motion, y otro de Dibujos Animados, que evolucionaría hasta convertirse en Animados Icaic.
A pesar de los desafíos, Aramis Acosta afirmó que el cine animado del Icaic «ha sido incansablemente constante y orgullosamente participativo». Hoy día, han impulsado 67 coproducciones con artistas autónomos, mayormente cortometrajes, que exploran visiones frescas y no siempre abordadas desde las instituciones.
No obstante, el también profesor de guion y producción sentenció a Granma que, «si no repensamos lo que producimos, podríamos quedarnos atrás. De lo contrario, seguimos repitiendo fórmulas que ya no funcionan. En cuanto a diseños y estéticas, el mundo se mueve muy rápido, con nuevas maneras de hacer e historias más contemporáneas».
Hoy, Animados Icaic festeja su aniversario 65 avalado por un patrimonio fílmico numeroso, pero con un reto: el de traer a las pantallas nuevas historias, como aquellas que cautivaron a muchos durante su infancia.

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