Hasta el 5 de enero de 2026 estará abierta la convocatoria al 20 Festival Internacional del Cine Pobre de Gibara. Desde el 6 de octubre pueden inscribirse obras de cualquier nacionalidad, presentadas en su idioma original y con subtítulos en español, y terminadas entre 2024 y el cierre del llamado.
Los realizadores aspirarán a los Premios Lucía, además de otros colaterales. Las categorías en competencia son: largometraje y cortometraje de ficción, largo y corto documental, y animación y audiovisual experimental.
Igualmente, el evento –que será del 14 al 18 de abril del año próximo– incluirá los concursos de Cine en Construcción y Factoría del Cine Pobre 2026.
Que el Festival, fundado en 2003 por Humberto Solás, vuelva a la fecha y al nombre originales no ha sido una decisión casual de los organizadores, sino profundamente contextual. Así lo comentó a Granma el actual presidente de la iniciativa, Sergio Benvenuto Solás:
«Hay dos elementos que tuvimos en cuenta: primero, que el Festival sigue siendo conocido como de “Cine Pobre”, tanto en Gibara como en el extranjero. Y segundo, que no solo en Cuba o en Latinoamérica, sino a nivel mundial está siendo más difícil para los cineastas conseguir los financiamientos: no es un contexto de holgura para el cine, sino de pérdida de fondos y de las entidades que los aportan».
Asimismo, aclaró que, en el resto de los elementos, el Festival sí es una continuidad muy clara: «Siempre fue un evento multicultural con secciones; vamos generando elementos, pero no se ha desfigurado».
Algo que caracteriza especialmente a ficgibara es su naturaleza de proyecto de desarrollo local, que pretende conectar a la localidad que le sirve de sede: «Creo que lo más importante es la transformación bastante explícita; digamos, por ejemplo, que la construcción hotelera de Gibara era impensable, que en el año 2003 era muy poco conocida.
«Claro, hay unos antecedentes, es una ciudad con una prosperidad muy importante al final del siglo xix, incluso los primeros 40 años del siglo XX. Cuando la encuentra Humberto una vez más, después de Lucía en el año 1968, y hacemos Miel para Oshún en 2001, era una ciudad prácticamente paralizada, pero culta, donde las familias transmitían avidez.
«Entonces, todo este proceso de festival no solo generó la dinámica de abril, sino que abrió a la población gibareña un mundo de connotaciones, por ser un festival multicultural, un evento con foro teórico. Hoy Gibara tiene, por ejemplo, dos festivales más, un Telecentro, todo esto es posterior, y de ahí han salido cineastas reconocidos. Es un lugar que tiene un desarrollo potencial».
Justo como reza la convocatoria de este año, Cine Pobre no es solo un nombre: es una filosofía, una bandera y un movimiento que ha trascendido fronteras, consolidando a Gibara como epicentro de un cine comprometido, plural y profundamente humano.
La apuesta es, asimismo, «por un cine auténtico, diverso y transformador»; justo como pedía Solás en su Manifiesto del Cine Pobre: un llamado a la creatividad sin ataduras y a la democratización de la expresión cinematográfica.
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