ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: portada del libro

«Hace años que mi cara no me sorprende ni siquiera cuando me corto el pelo». Así comienza Atlas de geografía humana, la novela de Almudena Grandes (7 de mayo de 1960-27 de noviembre de 2021, Madrid, España), publicada en 1998; que, a despecho de cuánto influyen, en los cuestionamientos de los personajes, el espíritu de la época y el lugar donde se escribió, es hoy una lectura disfrutable y fructífera, y, de seguro, lo seguirá siendo.

Entre las muchas ventajas de los libros digitales (fácil almacenamiento y transportación, adaptación a distintos dispositivos, consulta de diccionarios e hipervínculos, fácil toma de notas, etc.) está la cada vez mayor democratización de la lectura, puesto que resultan mucho más baratos, y también –un debate aparte merecen la piratería y el respeto a los derechos de autor– pasan de mano en mano, o están disponibles en diversos reservorios en internet.

En formato electrónico, cada vez más lectores cubanos, en los últimos años, han podido acceder a la obra de la autora de títulos como Las edades de Lulú y Malena es un nombre de tango. Después de su muerte víctima del cáncer, cuando se encontraba en plena capacidad creativa, el interés por sus novelas –llevadas al cine y a la televisión–, lejos de menguar, ha crecido.

Las ideas progresistas de Grandes continúan incomodando a ciertos sectores reaccionarios de su país, que no le perdonan su acercamiento a la Guerra Civil Española desde una visión desprejuiciada, ni la manera, siempre vertical, con que expresó sus ideas.

Pese a algunos intentos de acallar su legado, sus libros hablan por ella. Almudena tenía el don de narrar: sus historias son de esas que no pueden soltarse una vez comenzadas, hasta no llegar al punto final.

Atlas... se centra en cuatro amigas: Ana, Rosa, Marisa y Fran. Ellas trabajan en un grupo editorial y tienen la misión de editar un atlas de geografía en fascículos. Su tarea deviene símbolo, pues las cuatro están en «una edad decisiva, en la que el peso de la memoria matiza ya la conciencia del tiempo y de la Historia». En resumen, andan perdidas y deberán encontrar su rumbo personal y, por ende, el de sus relaciones amorosas.

Según la nota que acompaña el volumen, se trata de «ese punto de inflexión de la vida en que no pueden aplazar más la necesidad de encararse de una vez consigo mismas, despejar dudas, deseos y contradicciones, ya insostenibles para situarse ellas mismas en su propia geografía, en su propio atlas».

La autora, que sabe manejar muy bien el erotismo, y que logra retratar la sicología femenina sin convertirla en un enfoque reduccionista, pone la mirada también en «el mundo que las rodea, que no es otro que el de toda una generación: su soledad, sus inhibiciones, sus sueños truncados, sus decepciones, pero también sus pasiones y sus amores inconfesados, su dureza y su ternura, sus derrotas y sus grandes conquistas».

Hay que tener pericia para bordar un relato en torno a cuatro voces distintas, todas de mujeres, y que no se confundan ante el lector, a fuerza de hacernos conocer sus perspectivas, hábitos, maneras de concebir la realidad…

¿Despedirse de la juventud implica renunciar a los sueños de cambiar el mundo? ¿Vale más un matrimonio sin amor que la soledad? ¿Hay que conformarse con el cariño sin pasión antes que esperar por un «amor de película» que quizá nunca aparezca? ¿Para toda pareja llega el momento de tener hijos y renunciar a la libertad? Almudena lanza las preguntas, y se refiere a la obsesión, a los enamoramientos atroces que pasan, sobre todo, a la maternidad, a la rutina, al dolor...

A la manera de la orografía, repasa montañas emocionales, desde los grandes accidentes hasta las más insulsas sinuosidades, todo lo que hace el relieve de la vida.

Es la suya, además, una prosa limpia y poderosa, atenta a los detalles: «Agradecí la bofetada de calor, ese aire reconcentrado, agotado de sí mismo, que sofoca las ciudades en las tardes de verano, como una indudable contraseña de la realidad, de esa libertad que había sentido misteriosamente perdida durante unas horas».

Leer a Almudena asegura goce e introspección, y no todos los novelistas pueden preciarse de eso.V

COMENTAR
  • Mostrar respeto a los criterios en sus comentarios.

  • No ofender, ni usar frases vulgares y/o palabras obscenas.

  • Nos reservaremos el derecho de moderar aquellos comentarios que no cumplan con las reglas de uso.