ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
La inauguración del Festival, ayer en la mañana, en el parque de Pilón. Foto: Yeilén Delgado Calvo

PILÓN, Granma.–Toda la noche, sobre las lomas que rodean el pueblo, han estado recostadas las nubes. Y, aunque a cada rato un rayo las atraviesa, no se decide a llover. Una luna flaquita, turbia, se esconde tras todo ese gris.

Pero el sol puede mucho por estos lados. Y el amanecer se presenta primero tímido y luego arrollador, repleto de un tinte rosado intenso. Allí, en Pilón, los escritores invitados al Festival Al Sur está la poesía, llegados en plena madrugada, asisten al despertar de una comunidad. La gente anda lento, como si le pesara el cuerpo. Hace muchas horas que no tienen corriente eléctrica, desde la tarde del día anterior. Todo demora más así.

La pregunta está, aunque nadie la diga en voz alta: ¿servirá de algo la poesía en un contexto tan complejo?

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Aquel tampoco fue un año fácil. En 1990, los talleres literarios habían empezado a decaer, y los poetas del Grupo Sur, surgido un año antes en el municipio, entendieron que había que ocuparse también del «hambre del alma».

En ese entonces, uno de sus fundadores, Alejandro Aguilar Aleaga, era secretario del Comité Ejecutivo del Gobierno, y en su oficina se hacían las tertulias. Allí mismo surgió la idea de un festival diferente, hecho para el pueblo, para la calle.

En 35 años, la mayoría de los poetas cubanos han sido invitados del evento que une a noveles escritores con consagrados, incluso muchos Premios Nacionales de Literatura, y a veces a artistas de otros lugares del mundo. El programa incluye lecturas, presentaciones, charlas, y en él quizá lo más importante sea el encuentro con la naturaleza y, todavía más, con la gente: porque los poetas, dice Alejandro, suelen «cocinarse» entre ellos, y aquí encuentran un público ávido.

Este año, por ejemplo, se lee poesía en las comunidades montañosas de Las Cajas y Camarones, y también en los barrios de El Bon, La Guayaba, el reparto Alma, Calabaza, Durañona; además del hospital, la sede del Poder Popular, la Empresa Integral Agropecuaria... A Yudith Izaguirre, poeta de Niquero, se dedica la edición.

Cuando presentaron la propuesta del Festival ante los delegados, varios protestaron porque sus circunscripciones habían quedado fuera. El combustible no alcanza para llegar a todas, y hacer esa elección es cosa seria.

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Con el amanecer viene el café caliente, ¡y de verdad! En un pueblo donde todos se conocen es muy fácil que reconozcan a los «extranjeros». En cada calle hay varios «buenos días», y el comentario que se repite: «son de la poesía».

¿En cuántos lugares más un poeta estará tan cerca de la celebridad solo por el hecho de escribir versos? ¿Cuántos otros festivales de poesía serán tan importantes para las autoridades? En cuestión de pocas horas pasan a saludar los jefes de todas las organizaciones, y no para desaparecer luego.

Aquí, nos cuenta Aguilar, hoy coordinador general de Al Sur..., «se dan los poetas como la verdolaga»; y este evento tiene que ver también con eso, porque se ha hecho parte de la idiosincrasia del pueblo, que lo vive con la emoción de un carnaval. En lo cultural, es lo más importante que pasa aquí.

En la escuela primaria Mártires del Marión, la Escuela de Poesía tiene un aula; no es cosa de que los poemas se queden atrapados en solo una semana al año. El Grupo Sur ha crecido, hay varios rostros jóvenes.

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La corriente eléctrica retorna más de 24 horas después de su partida, apenas por unas tres. La librería está abierta y se puede pagar por transferencia, la propia dependienta lo ofrece. La biblioteca tiene en frente un gran cartel que anuncia el acontecimiento, del 17 al 20 de septiembre.

–A ver, Alejandro; pero, con tantos problemas, ¿nadie le dijo que quizá sería mejor suspender?

–Nadie. Y te digo más, nunca se ha dado una opinión negativa, como que estamos malgastando o algo así, la gente se siente contenta con su Festival, y las autoridades lo defienden.

Y entonces cuenta la vez que invitaron a un poeta de los novísimos. No lo dice por lo claro, pero se presume que de los poemas de aquel joven se entendía bien poco. Cuando terminó la lectura, una señora del pueblo se le acercó a Aguilar y le dijo: «Ay, qué lindo escribe ese muchacho». Estaba emocionada. Quizá ella no había entendido nada, pero las palabras le habían dicho todo.

La poesía sirve para estar en la gente y porque está en ella. Esa es la primera hipótesis.

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