Ya ha sido anunciada la fecha de la ceremonia de entrega de los premios Grammy Latinos de este año: será el 13 de noviembre en la ciudad de Los Ángeles.
La Academia Latina de la Grabación, a través de sus miembros registrados, transita por la etapa final de un proceso que le ha llevado varios meses preparar; y en el cual el sistema de votos es, y debe serlo, el asunto más serio del certamen discográfico.
El evento posee asociada una amplia red de productores, cantantes, instrumentistas, diseñadores, ingenieros de sonido, críticos y un largo etcétera del ecosistema de la música, quienes, a través del voto, definen las líneas por las que se mueve la música latina cada año.
Cabe recordar que, desde su primera edición, en el año 2000, diversos artistas cubanos han sido nominados y premiados, como Los Van Van en la categoría Mejor Álbum de Salsa, con Llegó Van Van (2000). También el disco La Rumba soy yo, al año siguiente, en el apartado de Mejor Álbum Folklórico.
Desde el pasado 28 de julio hasta el 8 de agosto se realizó la primera ronda de votaciones en línea para las nominaciones, previa inscripción de las casas discográficas en cada categoría, cuyos resultados se harán públicos el venidero día 17 para, entonces, continuar con el calendario establecido por la Academia hasta la entrega del gramófono en noviembre.
¿Cómo repercute ese evento en nuestras discográficas? ¿Puede hablarse de desventajas para los artistas que residen en el país?
Como cada certamen que trata de medir y evaluar hechos artísticos determinados, la subjetividad es un factor que no debe desecharse completamente, aunque no podamos determinar con exactitud el peso que tiene en estos espacios.
El Grammy Latino posee influencia como rasero de los estándares a nivel regional de la música que se consume, y por ello, desde las vitrinas del marketing, haber sido nominado y premiado es un hecho de relevancia en la industria.
Para nuestras disqueras esto puede resultar muy atractivo, y las 25 ediciones anteriores del evento hablan con elocuencia de un trabajo serio y con todo el rigor musical y técnico de nuestros profesionales; aunque tal vez podría pensarse en ampliar el espectro sonoro cubano, con vistas a una exposición de géneros enfocados en una mejor mirada sobre nuestra riqueza musical.
La música campesina, el movimiento gospel, así como producciones de orquestas de cámara, sinfónicas, artistas líricos o solistas concertantes carecen de representatividad en estos eventos, lamentablemente.
La arista comercial y de rimbombancia sensacionalista que pueda rondar a algún que otro nominado o categoría no debe justificar que se invisibilice el resto de las excelentes propuestas, o que denostemos el evento como puristas ortodoxos; pienso que debe aprovecharse cada oportunidad en la cual nuestra cultura se enarbole con su probada autenticidad: el mejor concepto que nos define desde hace años al ser un país bajo asedio constante.
Imaginemos por un instante un escenario sin restricciones financieras para nuestra industria discográfica y que, por ejemplo, la adquisición de softwares y equipos certificados no fuera un impedimento, ¿estaríamos en mejores condiciones competitivas a nivel global y regional? Sí, obviamente. Pensemos que si con limitaciones económicas hemos ganado prestigio –y premios– a pesar de las miles de trabas que deben sortearse, sin estas podrían producirse a muchos más artistas y géneros de nuestra música.
De una manera u otra esperemos las nominaciones de músicos cubanos al Grammy Latino dentro de una semana, en las cuales seguramente estaremos bien representados, como cada año.
COMENTAR
Responder comentario