ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Una de las reinterpretaciones de la muestra; a la izquierda, El Mundo, concebido por el artista Manuel Sampayo y a la derecha la carta original, en la versión Rider-Waite. Foto: Rafael Mena Brito

¿Quién, en sus andares por La Habana, no ha visto a una echadora de cartas en pleno oficio? Sentadas en el borde de las aceras para ganarse algún dinero, se les ve en las plazas del centro histórico de la ciudad y también alrededor de la centenaria ceiba en el centro del Parque de la Fraternidad.

Ellas visten cual gitanas «a lo cubano» –con los colores de las deidades yorubas, faldas anchas, aretes grandes– y reparten ilusiones y buenos (o malos) destinos a los caminantes que se atreven a conocer los presagios de su futuro.

Por supuesto, cada cual posee el derecho de creer o no en esas prácticas, pero lo cierto es que ellas son un trozo vivo de las tradiciones y el folclor de la capital de todos los cubanos.

Las cartománticas se valen de todos los medios posibles para las consultas esotéricas: barajas españolas, vasos espirituales, figuras de nuestro sincretismo religioso, los signos zodiacales y las lecturas del tarot.

En realidad, esta última práctica no es de las más extendidas en el país, pero en los últimos años ha ganado más adeptos. Prueba de ello es que, desde 2019, la Jornada de ArtTarot, un evento que valora los conceptos y abordaje del tarot desde una visión cubana, se ha celebrado en tres ocasiones en la capital.

Fruto de su última edición, en el marco de la XV Bienal de La Habana del pasado diciembre, se reinauguró en agosto la exposición colectiva Predicciones, en el Centro Provincial de Artes Plásticas y Diseño, ubicado en la calle Oficios, No. 362, esquina a Luz, en el centro histórico.

Auspiciada por el Taller Experimental de Gráfica de La Habana, con un total de 33 piezas, la muestra se compone de ilustraciones personales de los arcanos mayores del tarot: 22 cartas que, mediante símbolos arquetípicos, representan aspectos de la vida cotidiana.

Su curadora, Yamilys Brito Jorge, declaró que las piezas no solo constituyen herramientas de adivinación, sino también obras de arte en diferentes técnicas y estilos, que reflejan simbolismo, historia y creatividad:

«Cada carta está ilustrada con detalles que transmiten significados profundos y que fueron interpretadas de muchas maneras, dependiendo del criterio artístico de quien las creó».

Sobre el origen del tarot existen disímiles teorías; hay quienes apuntan a una versión primigenia en el Antiguo Egipto, hace miles de años. Su adopción como instrumento de adivinación sucedió varios siglos atrás en Europa, y su uso se ha enmarcado incluso en la sicología analítica, como un instrumento que permite acceder a los conocimientos que escapan de la conciencia.

Fue la confluencia de diversas creencias esotéricas en cada uno de los creadores, la que permitió que 27 artistas de la plástica trabajasen en esta exposición, para lograr que fuese una experiencia tanto espiritual como estética.

La libertad creativa fue total, pues en todo el mundo existen cientos de diseños de estas cartas, pero este fue un acercamiento cubano y caribeño al tema, sin pretensiones de lograr algo excepcional, solo de plasmar la mirada única y el sello propio de cada artista.

En sus interpretaciones de la baraja Rider-Waite –la más extendida en este místico arte, publicada originalmente en 1910– se observan figuras como Jesucristo y José Martí; deidades religiosas como Changó (o Santa Bárbara); los símbolos y atributos de nuestra nación y elementos de las nuevas tecnologías. Así incorporaron, desde la figuración, detalles de la cultura cubana, sin afectar la integridad estilística de cada obra y el conjunto en general.

Abierta hasta el 12 de septiembre, de martes a domingo, desde las diez de la mañana hasta las cuatro de la tarde, Predicciones nos invita a imaginar futuros alternativos, cuestionar lo racional y reflexionar sobre las subjetividades de la vida. Claro, solo si confiamos en el azar, como esas echadoras de cartas que abundan en nuestra ciudad y son ya un elemento típico de las calles habaneras.

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