ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
La poeta uruguaya Idea Vilariño, entre las más altas voces femeninas de la poesía latinoamericana. Foto: Tomada de crealiteratura.com

La afirmación fue rotunda: «Voy a leer uno de los más grandes poemas de desamor que se hayan escrito en la historia de la literatura…». Así lo escuchamos, hace apenas unos días, los integrantes del Club de lectura que tenemos en el periódico, una iniciativa de la página de Cultura de Granma, que felizmente gana adeptos, en tanto aparecen nuevas caras, cada vez que el grupo convoca a un nuevo encuentro.

Entonces la lectora leyó: Ya no será / ya no / no viviremos juntos / no criaré a tu hijo / no coseré tu ropa / no te tendré de noche / no te besaré al irme (…) No llegaré a saber / por qué ni cómo nunca / ni si era de verdad / lo que dijiste que era / ni quién fuiste / ni qué fui para ti / ni cómo hubiera sido / vivir juntos / querernos / esperarnos / estar. / (…) No me abrazarás nunca / como esa noche / nunca. / No volveré a tocarte. / No te veré morir.

A la mayoría de los presentes no nos fue ajeno el poema Ya no, de la poeta uruguaya Idea Vilariño (18 de agosto de 1920–28 de abril de 2009). La complicidad con la poesía de esta sublime voz de la lírica latinoamericana, con resonancias universales, se hizo visible en los labios de algunos oyentes que, a la par de la lectura, musitaban los versos que alguna vez hicieron propios, y que fueran escritos con la rotunda crudeza de las rupturas, y los ayes quejumbrosos de las circunstancias; y fue notada también en los ojos iluminados de quienes no la conocían, deseosos de buscar más, en esta escritura marcada por la desolación y las urgencias.  

«Solo escribo en el colmo de las vivencias. No sé hacerlo de otro modo», había dicho la autora, y le asistía toda la razón. Idea –con nombre singular y lírico, como el de sus hermanos Alma, Poema, Azul y Numen– había nacido en un hogar propicio para el arte. El elegido por ella fue, sin duda, la literatura, en la que vertió sus pasiones, en tanto la enseñó, la investigó, la tradujo, la valoró en sus ensayos, le ofreció espacios (fundadora y miembro directivo de la revista Número), y la escribió, colocando en ella la naturaleza de su ser melancólico y desesperanzado.

En los enérgicos poemas de esta mujer, que lejos de la congregación, prefirió el apartamiento y la renuncia a los aplausos, que no pudo evitar, la hallamos fotográficamente nítida. Allí no hay modo de ocultarse. Ellos nos la sientan enfrente, dispuestos al diálogo, y desde allí nos habla.

Amor / desde la sombra / desde el dolor / amor / te estoy llamando / desde el pozo asfixiante del recuerdo / sin nada que me sirva ni te espere (…), se lee en Te estoy llamando, con versos abatidos en nombre del más universal de los sentimientos, que es, como la muerte y la soledad, uno de los temas que aparecen en su obra. Y en otro: Escribo / pienso / leo / traduzco veinte páginas / escucho las noticias / escribo / escribo / leo. / Dónde estás / Dónde estás. (Escribo pienso leo).

Uno siempre está solo / pero / a veces / está más solo, confiesa en otra página, y en otra medita de este modo: Alguno de estos días / se acabarán las bromas / y todo eso / esa farsa / esa juguetería / las marionetas sucias / los payasos / habrán sido la vida.

Idea no quiso que la llamaran poetisa, un vocablo que sintió débil y que no le avenía a quien se erigiría, tanto desde su creación como desde su propia vida, como una feminista, si bien nunca se declaró como tal. Y aunque rechazó los encorsetamientos y las clasificaciones, prefirió asumirse como poeta.

Frente al recogimiento, y a los rasgos de esta personalidad marcada por la angustia existencial, una postura política se erigió incólume. Su coterránea Ana Inés Larre Borges lo explica así: «Marcada por la Guerra Civil española; marcada a fuego por la Revolución Cubana, Idea militó en la izquierda radical e independiente desde las bases, desde los gremios de la enseñanza, y también desde algunos poemas, desde algunas canciones que se hicieron himnos en las décadas de fervor revolucionario. (…) esa fe política parece contradecir la actitud nihilista que comunica su obra: ella misma admite esa disonancia como parte de “una personalidad partida en dos entre la pasión y el escepticismo, entre la obligación moral de hacer algo –diversas formas de militancia– y el descreimiento”». 

A 105 años de su nacimiento, Idea Vilariño es cada vez más leída. Su poesía tiene el don de seducir a las nuevas generaciones de lectores, que ven en su sinceridad lo que nos cuesta decir, cuando –incluso sabiendo que el dolor pasará– creemos que No habrá un final feliz / ni un beso interminable / absorto y entregado / que preludie otros días.

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