El lunes, el Supremo Tribunal Federal de Brasil hizo pública una orden de arresto domiciliario contra el expresidente de la nación, Jair Bolsonaro, por irrespetar, una vez más, las medidas cautelares antes impuestas.
El anuncio de la justicia brasileña contra el exmandatario, acusado de implicaciones protagónicas en el intento de golpe de Estado contra el actual gobernante, Luiz Inácio Lula da Silva, solo una semana después de asumir su cargo, acapara titulares en los principales medios del mundo.
La decisión del tribunal, encabezado por el juez Alexandre de Moraes, se basa en su continua violación a los acápites impuestos previamente, al promover una postura contra el federativo nacional de Justicia, que ha incluido llamados a una posible intervención extranjera, esta vez, desde las redes sociales de su propio hijo.
En ese sentido, el magistrado afirmó que el exgobernante ultraderechista «mantuvo una conducta ilícita disimulada, al preparar material prefabricado para ser revelado en manifestaciones y redes sociales», publicó Telesur en su sitio web.
Igualmente, condenó la utilización de influencias por parte del político para atacar las decisiones de la institución a la que pertenece, encargada de mantener el orden nacional, por encima de cargos y partidos.
Tras el anuncio oficial no se hicieron esperar las reacciones. Para la mayoría de los brasileños, significa una victoria legal insólita contra la más rancia ultraderecha nacional, dueña de amplias influencias, incluso, en el oscuro periodo de la dictadura militar.
Por su parte, desde la Casa Blanca, la Oficina para Asuntos del Hemisferio Occidental, del Departamento de Estado, condenó la determinación de la justicia brasileña, y aseguró que, con ello, el magistrado busca «silenciar a la oposición» de su país y «amenazar a la democracia».
Recientemente, el presidente de ee. uu., Donald Trump, dictó sanciones en contra de Moraes, bajo la Ley Global Magnitsky, una de las más rigurosas contra extranjeros acusados de corrupción y violación de los derechos humanos. Además, el magnate, conocido aliado de Bolsonaro, impuso aranceles del 50 % a productos brasileños.
Recordemos también que el 8 de enero de 2023, como copia fiel del esquema del trumpismo y el asalto al Capitolio de Washington, el electo presidente Lula enfrentó otro de los intentos de la derecha de evitar su retorno a la silla presidencial, en representación de un Partido de los Trabajadores, que sería la piedra en el zapato de las grandes oligarquías, simpatizantes del exmandatario Jair Bolsonaro.
La irrupción en las tres sedes emblemáticas del poder político en Brasilia: el Palacio de Planalto, el Congreso y el Tribunal Supremo, se convirtió en el intento fallido de acallar al Gobierno que devolvió a Brasil su legítima democracia ciudadana, y marcó un antes y un después en los ya escasos escrúpulos de Bolsonaro para mantenerse «en la cima».












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Roberto dijo:
1
11 de agosto de 2025
14:44:44
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