ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
En La Casa Alba destaca la autenticidad de una pieza bien traducida al flamenco. Foto: José M. Correa

Cámara negra, atmósfera de encierro, luces y sombras, mínima escenografía: un sillón, una mesa y un bastón (como imagen de autoritarismo), gestos y actuaciones/baile de alto calibre dramático y teatral que llenan los espacios en los que danzan los símbolos que devienen puro arte aderezado de flamenco…

Esa fue, a grandes rasgos, la huella que dejó, en la sala Avellaneda del Teatro Nacional, La Casa Alba, un título clave del quehacer del Ballet Español de Cuba (bec), que dirige el maestro Eduardo Veitía.

Tras la muerte de su segundo marido, Antonio María Benavides, Bernarda Alba decide recluirse y guardar luto junto a sus cinco hijas (Angustias, Magdalena, Amelia, Martirio y Adela), hasta que decide el casamiento de Angustias con Pepe, el Romano, lo que desata una lucha de pasiones entre las hermanas, hasta concluir en tragedia… Este es el tema de La Casa de Bernarda Alba, última obra escrita por Federico García Lorca (1936), y publicada póstumamente, en 1945.

El bec la hizo suya en 1997 bajo el título de La Casa Alba, y la integró así al conjunto de piezas emblemáticas que han enriquecido el quehacer de la compañía.

Como en otras de sus propuestas, el director, devenido coreógrafo, acerca a las tablas el drama lorquiano vestido de flamenco, y pone en juego algunos temas que descuellan en la importante obra del genial poeta granadino: el autoritarismo de la despótica Bernarda, el deseo de libertad, el peso de la tradición, el fanatismo religioso, la sociedad opresiva, el miedo a descubrir la intimidad, y el papel de la mujer…, conjugándolos con simbolismos que hace danzar en las tablas.

Entre otros, el color negro (la muerte), el verde (la rebeldía), la luna (placer), el calor (intensifica la tensión dramática), el agua (referencia al deseo sexual), el bastón (poder tiránico)…, entremezclados todos con los movimientos, gestos, taconeo, y expresiones de los bailarines, tejen una hechizante pieza que vibra en la originalidad danzaria, y en la cual lo teatral se funde a lo más apasionado del baile flamenco.

A medida que progresa la narración, nos adentramos más en la casa y, simbólicamente, en el alma de cada persona involucrada en la pieza. La escenografía de Eduardo Veitía aquí es mínima, cerrada, austera como la propia vida de sus habitantes.

En La Casa Alba, en un acto –prologo/epílogo y siete escenas–, el auditorio pudo reconocer el drama que se mueve detrás de las paredes de la casa de Bernarda Alba, cuyas cinco hijas –con sus nombres/acciones– colorean de sentimientos el interior de esa prisión donde se esconden pasiones, envidias, celos, tristezas… y que Veitía pone a bailar/reflexionar en la escena, en la piel de los bailarines.

En este apartado hay que reconocer la singular entrega de los primeros bailarines: Leslie Ung como Poncia –la criada–, un rol que ha hecho ya suyo, y en el que realiza un trabajo de alto nivel creativo, tanto dancístico como interpretativo; y ese bailarín sui géneris, Daniel Martínez, que recreó el rol de Pepe, el Romano, con toda la fuerza, ánimo y pasión, para confirmar, una vez más, su grandeza artística.

Mientras que la Bernarda, de la juvenil bailarina Kelly Álvarez (debut en el personaje de la tiránica e indolente madre), dejó en claro su camaleónica presencia escénica y fuerte técnica que fluye desde lo interno para atrapar al espectador; y la Adela, también debut de la novel Nayara Calderón, constituyó un despliegue de sensualidad, con el que tradujo su arsenal técnico/interpretativo y su ágil danzar, para acaparar fuertes aplausos.

Del espectáculo queda en el público la autenticidad de una pieza excelentemente traducida al flamenco, y la huella de un acto de comunicación esencial, que vibra en los pasos de los danzantes, con una expresión visceral, sin afeites ni añadiduras.

Cada espectáculo del bec, creado por Eduardo Veitía –uno de los coreógrafos más talentosos del país, alumno aventajado de la maestra Alicia Alonso, y quien ha llevado el flamenco hasta lo inverosímil–, regala obras inteligentes y actuales, con ese talento a flor de piel que ha enriquecido, sin lugar a duda, la escena iberoamericana contemporánea.

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Kevin Navarro dijo:

1

28 de julio de 2025

09:47:06


Muchas felicidades para el Ballet Español de Cuba, siempre regalando obras maravillosas. Se han ganado un lugar especial en el corazón de quienes aprecian la danza. En especial, muchas felicitaciones para Daniel Martínez, sorprendiendo una vez más con esa energía que lo caracteriza.

Mario Domínguez dijo:

2

28 de julio de 2025

14:25:33


Buenas. Tuve el placer de presenciar el magnífico espectáculo. Coincido con su profesional crítica, pero creo oportuno resaltar el papel del resto de las hermanas que coadyuvaron a la carga dramática.

Daya LLerena dijo:

3

28 de julio de 2025

22:28:53


Muchas Felicidades por el espectáculo ,y principalmente para la jóvenes bailarinas de Bernanda y sus hijas