ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
«La magia es un don de algunos, un aprendizaje de otros, pero una gloria de todos». Foto: Tomada del perfil de Facebook del entrevistado

En el municipio de Río Cauto, César Reyes Ampudia, un guajirito arraigado a la tierra granmense, sintió el primer magnetismo del circo como un flechazo viviente que hipnotizó su infancia.

Entre los ocho y 12 años, cada carpa que florecía en el pueblo era un imán que lo arrancaba de las aulas, llamándolo a sumergirse en ese universo de vértigo y colores. Allí germinaron sus sueños de ser payaso, duende de la risa, mago, animador de circo y tejedor de imposibles.

La fundación del circo La Carpa, en 1981 –en el corazón del parque de recreaciones Granma, ubicado en Bayamo–, abrió la puerta a ese mundo extraordinario donde convirtió la arena en escenario, su cuerpo en instrumento y la ilusión en oxígeno colectivo.

«Desde 1978 empecé a estudiar magia, y en 1981, cuando me gradué, comencé en el circo. Ahí tuve la oportunidad de hacer muchas cosas que fueron como un escalón para comenzar la vida profesional que había soñado».

Su pasión y las imitaciones recurrentes de sus hijos haciéndose pasar por magos, lo inspiraron a crear el evento Mágico Futuro, en el cual convocaba a niños de las provincias orientales que se iniciaban en la magia.

Luego, fundó Chistera Mágica, que extendió sus raíces entre la Ciudad Monumento Nacional y Manzanillo, congregando a magos de ambas localidades. Pero fue en 1991 cuando floreció su obra perdurable: Magia de Abril, único evento de ilusiones con carácter comunitario en Cuba, que desde su natal Río Cauto ha llevado, durante 34 años asombros a las localidades más apartadas.

Su compañía Gran Magia, creada hace una década, fue una verdadera fragua de talentos.

«Hoy, con paciencia de jardinero, cultivo su renacimiento: cinco nuevos retoños, tras un año de poda y abono, ya despliegan sus hojas en los espectáculos. Bajo mi tutela, siembran magia infantil, tejen ilusiones escénicas y riegan el humor –savia fundamental de mi arte– en cada función. Son los primeros brotes de un bosque que ansía expandirse».

–¿Qué consejo esencial le daría a los jóvenes que quieren dedicarse a la magia en Cuba?

–Que comiencen por el principio; no por el final. No sabiendo cómo se hace tal o más cual truco que ven en la televisión. Se comienza por estudiar teoría e historia de la magia, por hacer prácticas de habilidades. Se comienza con actuación, con acciones corporales, con pantomima, con teatro.

«Es dicho que el teatro es el padre de todas las acciones escénicas. Que un mago primero es un actor haciendo el papel de mago. La ética es fundamental. Guardar el secreto, eso te hace grande para otros empeños. El secreto de la magia es un secreto universal que nadie tiene la autoridad de lanzar al viento, porque eso desmitifica un poco ese sueño, esa fantasía, que todos deben tener a la hora de expresar lo que sienten por la magia o de hacer algún tipo de truco».

–¿Por qué considera crucial llevar la magia a comunidades intrincadas?

–Debido a ciertas circunstancias geográficas, existen algunos lugares inaccesibles o con pocas posibilidades de llegar a los teatros. Son estas pocas personas beneficiarias las que piden a gritos ser atendidas, porque ellas tienen pasiones similares a las de quienes poblamos las ciudades.

«Por otro lado, es muy reconfortante ver cómo esos magos que vienen a mis eventos –a Magia de Abril, a Villa Mágica– se van con el alma henchida de humanidad, queriendo escribir libros con tantas vivencias. ¡Eso no se cambia por nada!

«Los niños en las comunidades esperan cada año, como promesa, Magia de Abril, un evento que llega y transforma, porque los pequeños brillan, y los adultos vuelven a ser niños: cuando un mago les hace algún truco, cuando un payaso los hace reír, cuando un malabarista hace estas cosas que son tan sorprendentes, cuando un ventriloquista les habla como si fuera un muñeco... son historias que se escriben solas».

–¿Puede compartir una anécdota breve de sus actuaciones en lugares remotos?

–En cierta ocasión, un niño, después del espectáculo, me dice, «mire, mago, para que me empate este libro», un libro de colorear, grande, bello. El niño lo había roto a la mitad y lo traía para que yo lo arreglara.

«Le digo: “eso no es posible”. “Si yo lo vi a usted que rompió un periódico, lo hizo pedazos y después lo empató, así que usted me puede empatar mi libro".

«Le expliqué que, si yo lo rompía, yo lo podía empatar, porque así es la magia; no obstante, el niño insistió, y le dije, “está bien, está bien, ahorita yo te lo empato, estáte por ahí”.

«Me escondí en el camerino, fui, empaté el libro con magia de cola blanca, llamada 850, y entonces, cuando secó un poquito, lo llamé y lo soplé delante de él, “mira, mira, niño, ya está empatado el libro”.

«Son cosas que resultan inolvidables, porque lo que me llevó a ser mago es esto de que los niños te paran en la calle o donde sea y te piden que les hagas un número de magia; esto es un sueño que no se puede cambiar por nada».

El mago Ampudia, como le conocemos, ha sido merecedor de la distinción Víctor Montero, por una vida dedicada a la Cultura, y fue declarado Hijo Ilustre de Bayamo y de Río Cauto, su lugar de origen. Sobre el reciente Premio Nacional de Circo, tras más de 50 años en la magia, expresó:

«Los premios no hacen al artista, no hacen al hombre en general; son una parada, que reconoce parte de su trayectoria.

«Los hombres están hechos de acciones, de argumentos que le sirvan para endulzar su vida y para dejar a otros un legado. Haber sembrado en los demás pasiones que a uno le cautivaron de pequeño, eso ya es un jardín que florece.

«En 1985 fundé la Reanimación Cultural de la Sierra Maestra, al lado de Sara González, del Grupo Guaicán, de Senel Paz y del programa Palmas y Cañas.

«En 11 ocasiones hice incursiones anualmente –a veces, hasta dos y tres en un año– por la Sierra Maestra, reanimando la cultura en las serranías. Es una tarea que llevo con orgullo y que vale más que cualquier diploma, que cualquier premio que se me dé.

«Todo lo he hecho siempre pensando en que el futuro nos pertenece tanto como el presente, y que la magia es un don de algunos, un aprendizaje de otros, pero una gloria de todos».

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