sancti spíritus.–No solo cada 8 de junio, dedicado al bibliotecario, sino todos los días del año, los habitantes de las Minas de Jarahueca, en la carretera que conduce a Yaguajay, pudieran llegar hasta la modesta vivienda de Rita María Peña Cabrera y regalarle un abrazo.
Gracias a ella, tienen el privilegio de contar con una pequeña biblioteca o sala de lectura al alcance de todo el que necesita un libro, ya sea para hacer una tarea escolar, investigar, buscar información, aumentar la cultura o simplemente ocupar de manera sana el tiempo libre, sin tener que «enredarse» necesariamente en ese mundo paralelo, y a veces peligroso, de las redes digitales, con fuentes no siempre originales o confiables.
«Hace 20 años aquí solo había círculos sociales y escuelas primarias –explica Rita–; entonces, la Directora de Cultura me animó a buscar un local adecuado, con el propósito de abrir una salita de lectura.
«En nuestro propio hogar teníamos una casita aledaña, sin uso. Mi esposo me sugirió aprovecharla. El techo estaba en mal estado; tuvimos que arreglar paredes, buscar estantes… Personas como Roberto Clemente nos ayudaron mucho y, finalmente, logramos el sueño. Es una extensión de la biblioteca pública de Cabaiguán.
«Valioso ha sido el aporte de promotores culturales de la comunidad, la delegada del Poder Popular, los miembros de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana… hasta la Refinería Sergio Soto ha contribuido con nosotros».
Sobre esa base, la salita tenía, hasta hace poco, más de 1 100 libros, cifra que creció con las últimas donaciones.
Añade Rita María que allí el lector encuentra literatura para todas las edades, desde la colección completa de las obras de José Martí, hasta libros de cuentos, de historia y de otras materias o asignaturas.
Apto siempre para recibir lectores o usuarios, el local acentúa su uso y valor entre estudiantes de las enseñanzas primaria, media, media superior y universitaria, del mismo modo que ha acogido en su apacible interior a profesionales de diversas disciplinas.
«Como no tenemos círculos infantiles –añade Rita–, ofrecemos ayuda al programa Educa a tu hijo, directamente con madres que años atrás se sentaron en estas mismas sillas cuando fueron estudiantes. Es algo muy hermoso, porque les enseñamos a esos niños cómo comportarse, la manera correcta de sentarse a la mesa; promovemos otras actividades con ellos, preparamos meriendas con el concurso de todos…»
Basta observar el grado de organización del local, la cuidadosa y adecuada ubicación de los libros y la rapidez en el servicio, para percatarnos de cuánta pasión pone esta noble mujer en lo que hace.
«Es que este es mi refugio –dice–, es mi paraíso; yo siento que ya no puedo estar sin esta salita. De verdad que no me imagino sin ella».
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