ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Jorge Oller
Hasta su muerte, Roig fungió como director de orquesta. Foto: Jorge Oller

A cada momento, durante el cotidiano transcurrir de nuestras vidas, somos testigos del impacto en nosotros de esa Cuba profunda arraigada en el alma de todo un pueblo, uno de cuyos componentes esenciales es la música. Tanto Ernesto Lecuona como Lázaro Ross, del mismo modo que Benny Moré y Juan Formell, por mencionar ejemplos, son personalidades encumbradas por el reconocimiento popular a una obra que pervive.

Entre los imprescindibles que forman parte de la memoria viva de la nación cubana se encuentra el músico, teatrista y director de orquesta, Julio Gonzalo Elías Roig Lobo, más conocido como Gonzalo Roig.

Quizá la huella que de inmediato devela lo sobresaliente de su quehacer sea la de haber compuesto, en 1911, la música de Quiéreme mucho, hermoso bolero que, con texto de Ramón Gollury y Agustín Rodríguez, figura entre los temas musicales más célebres de Cuba, al lado de la Guajira guantanamera, de Joseíto Fernández; El Manisero, de Moisés Simons; o el Chan Chan, de Francisco Repilado, lo que no es poco decir en absoluto.

Asimismo, Gonzalo Roig tuvo el mérito de mantener en cartelera, durante seis años seguidos, la aclamada zarzuela Cecilia Valdés, puesta teatral basada en la obra homónima de Cirilo Villaverde, con música del propio Roig; la cual supuso un auténtico fenómeno de masas para la época, desde su estreno en marzo de 1932, en el Teatro Martí.

Acerca del proceso creativo de semejante suceso, Roig nos dejó testimonio del intenso nivel de entrega: «La Cecilia Valdés yo la escribí en un mes y días. Pero no fue solo escribirla, sino instrumentarla. Estaba dedicado exclusivamente a la obra. Yo vivía nada más que para aquello. Me ponía un mono por la mañana, me iba para el teatro, y allí me llevaban la comida».

Por si fuera poco, a Roig se le encuentra entre los fundadores de la Orquesta Sinfónica de La Habana, y fue su director, así como de la Banda Nacional de Conciertos; función esta última que asumió hasta mayo de 1970, cuando falleció, el 13 de junio, a la edad de 80 años.

Por suerte, el invaluable tesoro patrimonial de nuestra música está desbordado de nombres como el suyo, que nos enorgullecen de ser cubanos.

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