
Una vida marcada por la música, pero también por el desasosiego, fue la del alemán Robert Alexander Schumann (1810-1856), reconocido como uno de los compositores románticos más importantes del siglo XIX; debido a su excelente música para piano, canciones y música orquestal.
Nacido en una familia donde el amor por las letras y las melodías era palpable –su padre, un editor y librero, y su madre, una pianista de clase acomodada–, Schumann mostró desde muy joven inclinación hacia la creación artística. A los nueve años ya era estudiante de piano, y a los 12 se aventuraba como compositor; mientras su liderazgo emergía con la fundación de un club literario y una orquesta estudiantil, a los 15.
Sin embargo, esta brillantez temprana no estuvo exenta de sombras. La adolescencia trajo consigo su primera crisis depresiva, desencadenada por una relación fallida con Agnes Carus, una mujer casada. A esta ruptura se sumaron la muerte de su padre y el suicidio de su hermana, eventos que marcarían su vida emocional para siempre.
El destino de Schumann dio un giro crucial cuando Carus lo presentó al profesor de piano Friedrich Wieck, en Leipzig. Convencido del talento del joven, Wieck lo apartó del camino del Derecho que su madre había previsto para él. La vida de Schumann tomó un nuevo rumbo tras un viaje solitario por Suiza e Italia, que culminó en su llegada a la casa de Wieck. Allí conoció a Clara, la hija del maestro, quien a los 11 años ya prometía ser una pianista excepcional.
La búsqueda de la perfección llevó a Schumann a idear un método propio, que le provocó una lesión permanente en la mano derecha, truncando sus aspiraciones como intérprete (aunque existen otras hipótesis sobre lo que causó la debilidad en sus dedos, como el envenenamiento con mercurio, al intentar curar la sífilis). A los 22 años, incapaz de tocar el piano, Schumann se entregó de lleno a la composición. Llegó a firmar más de 160 piezas a lo largo de toda su vida.
Junto a Clara Wieck –quien años más tarde sería su esposa–, fundó la revista Neue Zeitschrift für Musik (Nueva revista musical), que se convertiría en un faro para la crítica y la difusión musical en la Alemania del siglo XIX.
A pesar de su carrera profesional despuntaba hacia lo más alto, la oscuridad lo seguía acechando. A partir de 1833 Schumann se vio atrapado en una espiral de depresión profunda y cambios de humor drásticos. Estas crisis emocionales lo llevaron a dos intentos de suicidio.
El clímax de su agonía llegó en 1854, cuando la tormenta finalmente estalló. Clara, junto con un círculo cercano de amigos, se vieron obligados a tomar la decisión de internarlo en un sanatorio. Allí, en un entorno alejado del bullicio del mundo exterior, el compositor pasó sus últimos años.
El 29 de julio de 1856, Schumann falleció con solo 46 años; dejaba una profunda huella en el mundo musical y el recordatorio de que el arte puede florecer a pesar de la tempestad.
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