«Tengo frío con la máscara, y miedo. Toda mi lucha ha sido con la máscara hasta conseguir arrancármela (…). Por eso tiemblo solo de pensar en volver a ponérmela otra vez, a ocultarme de mí mismo. (…). ¿A quién pretendo engañar? Todo el mundo sabe quién habita bajo la máscara».
Así habla Federico (interpretado por el actor Javier Jiménez Noia) en el documental Lorca en La Habana (de José Antonio Torres y Antonio Manuel, producido por Plano Katharsis), eje de las Jornadas lorquianas, que comenzaron este martes en La Universidad de La Habana, con la participación de ambos realizadores, para continuar en Matanzas.
La presentación fue acogida por la Cátedra Miguel de Cervantes, de ese centro, y contó con la presencia de su director, José Antonio Baujín; con Luis García Montero, director del Instituto Cervantes; y del embajador de España en Cuba, Javier Hergueta, entre otras personalidades.
«Federico, el muchacho que escribe versos, el que abraza a los débiles, el que besa a los hombres, el que sonríe en defensa propia… No quiero volver a llevar la máscara porque nunca fui más vivo, más amante, más alegre, más feliz que cuando se me cayó», confiesa el poeta, y asegura que ocurrió al llegar a La Habana, el 7 de marzo de 1930.
Orgullo, estupefacción, complicidad, ganas de regresar a su obra y, una vez más, bebérsela toda; de haber coincidido con sus días, si es que no fueran estos también, sus días; de sentir como él, de impedir un crimen que el tiempo no cura… todo eso se siente ante Lorca en La Habana, un audiovisual que rescata momentos significativos de la no muy conocida estancia cubana del poeta, después de su paso por Nueva York.
En las palabras primiciales que precedieron la visualización, Baujín compartió un texto de Carpentier sobre el asesinato de Lorca, con un cierre estremecedor. «Gracias a ti hemos sabido, Federico, cuánto pesaba la sangre de un poeta».
Feliz por la película, García Montero recordó que Lorca había ido a Estados Unidos porque su familia intentaba protegerlo de un escándalo homosexual que estaba viviendo en Madrid.
Se identificó con los negros de Estados Unidos, como se había identificado con los gitanos en Andalucía, porque estaba en contra de cualquier tipo de racismo, explicó, y destacó que la experiencia habanera le sirvió también para romper con los miedos y para tomar decisiones en un imaginario de libertad.
A los directores del filme les agradeció la presentación de la película aquí, donde Lorca «olvidó que las multitudes no son soledades, sino olor humano».
Reveladoras resultaron las anécdotas del destacado periodista e investigador Ciro Bianchi, también uno de los entrevistados en el documental. Por su parte, Torres expresó el propósito del audiovisual desde el principio: «Que fuera Cuba la que hablara de Lorca», y poder presentar «al Lorca feliz, disfrutón, porque, créanme, aquí cambió su vida y fue de los espacios donde más feliz se encontró».
«Aquí se hizo especialmente rebelde», comentó Antonio Manuel, y refirió que, cuando llega aquí, no solo siente la libertad, y esa hermandad con el pueblo más desfavorecido, sino que es donde toma la determinación de regresar a España, porque luchar por la República es también luchar por sí mismo. «Es una película especialmente cubana. Si me permiten, cubanísima», dijo, al preparar a un auditorio que aplaudió sentidamente la película, sin la menor duda de tal aseveración.
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Gabriel Esaú dijo:
1
8 de junio de 2025
04:51:14
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