ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
El destacado intelectual venezolano Andrés Eloy Blanco. Foto: Archivo de Granma

Hace 70 años falleció Andrés Eloy Blanco, reconocido intelectual venezolano y uno de sus más importantes poetas, para muchos, el más popular de la nación y uno de los más influyentes de la literatura latinoamericana. Como para tantos, a mí se me antoja vivo, con esa fuerza arrolladora que deja a su paso la poesía útil, la que una vez cantada al éter, la poseen sus destinatarios, y la asumen. 

Los hombres que llevan en sí altas dosis de humanismo buscan el modo de servir a su patria, si esa madre mayor los necesita. Con fuertes inclinaciones al arte, y ya con obras publicadas, como el poema pastoral Canto a la espiga y al arado, y la obra dramática, El huerto de la epopeya, se vincula a la lucha contra las dictaduras que atenazaron su país. Graduado de Derecho en la Universidad Central de Venezuela, hizo periodismo insurgente y se sumó a la insurrección del 7 de abril, por lo que estuvo encarcelado cuatro años.

Sin abandonar sus sueños independentistas, y tras el triunfo de la Revolución de 1945, presidió, en 1947, la Asamblea Constituyente, y fue Ministro de Relaciones Exteriores, en 1948, en el gobierno constitucional de Rómulo Gallegos.

Visitó varias veces Cuba, donde halló grandes amigos como Emilio Roig de Leuschering y Nicolás Guillén, y en su escritura dejó cálidas referencias de la Isla, cuyo ambiente le tributaría notables incidencias a su espiritualidad e ideología. Aunque motivos intelectuales lo animaban a pisar suelo cubano, venía también para avituallar a compañeros de lucha que aquí se hallaban exiliados.

Tras el golpe de Estado al presidente Gallegos, se exilió en México, y el 21 de mayo de 1955, un accidente de tránsito le segó la vida.

Un poema suyo, Píntame angelitos negros, inspiraría al mexicano Manuel Álvarez Rentería para componer el célebre bolero Angelitos negros en el que incluye versos de la pieza lírica. Muy conocido es también su Canto de los hijos en marcha, cuyos versos resuenan en quienes lo han leído: Madre, si me matan, que no venga el hombre de las sillas negras (…) /ábreme la herida, ciérrame los ojos / y tráeme un pobre hombre de algún pobre pueblo / y esa pobre mano por la que me matan, / pónmela en la herida por la que me muero.

Y está, entre muchos otros, Los hijos infinitos, que tantas veces nos ha estremecido. Cuba lo escuchó hace ya un tiempo, en la genial declamación del destacado actor Osvaldo Doimeadiós, invitado al programa televisivo A media luz.  «Yo conocía algunos poemas de Andrés Eloy Blanco, pero ese específicamente no. En Venezuela, con un grupo de Maracaibo, dirigí un espectáculo, y dentro de los textos estaba Los hijos infinitos», comentó a Granma Doimeadiós, a propósito de estas líneas.

«Ese poema me sobrecogió, y después de declamarlo tuve muchas retribuciones, por todo lo que ese poema significa, y sobre todo, escuché a muchas personas en la calle, incluso a madres que habían perdido a sus hijos, con experiencias duras, pero siempre reconfortantes, alrededor de lo que es la poesía, y de una obra como la de Andrés Eloy Blanco», comentó.

En tiempos de desatinos, muy alta suena la voz del poeta: Cuando se tiene un hijo, se tienen tantos niños (…) y es nuestro cualquier niño cuando cruza la calle / y el coche lo atropella / (…) y cuando un niño grita, no sabemos / si lo nuestro es el grito o es el niño, (…), / por el momento no sabríamos / si el ¡ay! es suyo o si la sangre es nuestra.

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