ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Un tributo fílmico a Sadaise Arencibia, largas ovaciones y distinciones para ella del Ministerio de Cultura, la Uneac y el Consejo Nacional de Artes Escénicas cerraron la velada. Foto: Dunia Álvarez Palacios

Un punto álgido del XXXI Festival La Huella de España, recientemente realizado, lo constituyó la gala La danza española, en la sala Avellaneda, del Teatro Nacional de Cuba. Noche mágica en la que tradiciones, recuerdos, emociones y amistad tejieron en la escena esos hilos que nos atan a los cubanos, danza mediante, a una de las raíces de nuestra nacionalidad.

Dos compañías fundadas por la prima ballerina assoluta Alicia Alonso, el Ballet Nacional de Cuba (bnc), dirigido por Viengsay Valdés, y el Ballet Español de Cuba (BEC), por Eduardo Veitía, fueron protagonistas de la inolvidable jornada, junto a la compañía María Moreno (España). La suerte estaba echada…

Descorrió las cortinas una suite del ballet Don Quijote, con escenas de los actos primero y tercero, escoltado por esa alegre y contagiosa música de Ludwig Minkus, que motivó a los protagonistas y a todo el elenco. Destacaron la excelente primera bailarina Annette Delgado (Kitri) y el bailarín cubano invitado Jonhal Fernández (Basilio, el barbero), quienes, con fuerza y entusiasmo, abordaron los personajes –tanto en sus solos, como en la labor de pareja, que subrayó positivamente la puesta–, así como el quehacer danzario de la joven bailarina Laura Kamila, que se destaca en cuanto papel se le entrega, y que vistió una Mercedes con fuerza en la escena.

Pasión flamenca entregaron los de Veitía, con Soleá, de Pablo Egea (España), así como Pasión (Martinete) y Epílogo, ambas del también español Francis Núñez, joyas coreográficas que tiñeron las tablas de instantes de alto vuelo danzario, bordadas con virtuosismo, elegancia y pasión.

La compañía María Moreno (España), integrada por la bailaora María Moreno, que tiene en su haber una estela de premios por su original trabajo danzario, y el destacado percusionista invitado Manuel Masaedo, deleitaron a los espectadores con Yo bailo; una pieza que reúne tradición y contemporaneidad, flamenco y danza, para traducir el ayer con gestos de hoy.

Bodas de sangre, esa excelente coreografía de Antonio Gades, vivió una noche especial. Las dos compañías fundadas por Alicia se unieron, pues Daniel Martínez, primer bailarín invitado del BEC, interpretó el novio, y el gran bailarín español Joaquín de Luz debutó en el papel de Leonardo; la ex primera solista Clotilde Peón interpretó la Madre; la primera bailarina y directora del bnc, Viengsay Valdés, fue la Novia; y, la primera bailarina, Sadaise Arencibia, la Mujer. Stella Araújo, directora artística de la Fundación Antonio Gades, puso sus manos y experiencia, como profesora y maître, en esta entrega.

Un terreno ideal para saludar y festejar la despedida escénica de Sadaise, cuya presencia matizó la puesta y su personaje, como a lo largo de su fructífera vida artística, con elegancia y arte del bueno. Ella es, sin duda, una de las figuras cimeras de la danza cubana del siglo XXI.

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