
Todos la nombraron Silvina y todos la reconocemos como Silvina sin apellidos. El domingo 30 de marzo de 2025, vino para quedarse definitivamente allí y entrar, como a su casa, a su morada eterna, es decir, a la lealtad de los cementerios.
Fue un domingo triste, melancólico, lleno de nostalgia porque sabíamos que nunca más la veríamos bailar cualquiera de las danzas que hizo inmortales durante más de cinco décadas. Más de 50 años bailando con esa genialidad que solo tienen los grandes que nacen en el seno del pueblo. Si solo los pueblos hacen el idioma, solo los pueblos saben tejer la magia de la danza.
Silvina bailaba para el pueblo y su figura saltaba por los aires con ese esplendor envidiado por casi todas las presentes; con esa vehemencia que la trasladaba del monte ancestral a los mares del Sur. Su arte era precisamente eso: una gracia, una cadencia y un movimiento en espiral, inigualables, solo captados, alguna vez, por el lente sabio de algún fotógrafo que hiciera trascender su imagen en nuestra memoria colectiva.
Esos atributos nos faltarán en el cine, en los medios, en las redes, es decir, en lo que llaman redes hoy en día. Nunca nos faltará Silvina, de la mano de Yemayá, surcando su ágil cuerpo todos los mares, los ríos y, ¿por qué no? todos los océanos de este mundo, aquejados en el amanecer de estos días en que solo la hemos perdido de vista, porque su corazón, rey de todos los océanos, sigue latiendo como nunca antes.
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Angel dijo:
1
2 de abril de 2025
15:15:28
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